Este año 2020 ha estado protagonizado también por la llegada de un nuevo obispo a Zamora, Fernando Valera Sánchez, tras el fallecimiento en septiembre de 2019 de Gregorio Martínez Sacristán.

El nuevo prelado de la Diócesis tomó posesión de su cargo el 12 de diciembre en una ceremonia celebrada en la Catedral con la asistencia de 250 personas. El aforo se limitó a 300 invitados debido a la pandemia.

“Esta Diócesis de Zamora es desde hoy mi nueva casa, mi hogar, mi esposa. Vengo a una Iglesia con raíces profundas, situada en la España recia, fecundada de esperanza. Esas raíces, llenas de vida, tienen que seguir fecundando de Evangelio nuestra historia. Donde hay raíz, hay vida, hay futuro”, pronunció el obispo en su primera homilía en la Catedral tras recibir todos los símbolos de obispo y ocupar la cátedra de la Seo zamorana.

Después de más de un año sin obispo en Zamora y un año además marcado por la dura pandemia de coronavirus, el obispo fue recibido con aplausos en la Catedral.

Fernando Valera recordó en su homilía a los maltratados, los empobrecidos, los que viven injusticias y los que están sufriendo el azote de la pandemia en la enfermedad y en la muerte, así como en sus consecuencias de paro y dificultad económica.

Además, se refirió a la Iglesia de Zamora como “una Iglesia significada por muchos templos de estilo Románico”.

“Su misterio, su belleza y su sencillez en la línea dibujan, con carácter universal, una fisonomía propia del estilo de Jesús”, señaló el nonagésimo octavo prelado de la Diócesis de Zamora, que tiene más de once siglos de historia.

Tuvo palabras también durante la ceremonia para su familia, su pueblo natal, Bullas, en Murcia; la Diócesis de Cartagena y el Seminario de Murcia.

Las puertas de la Catedral se abrieron a las 11:00 horas para recibir al obispo electo, que salió de su casa, anexa al Palacio Episcopal, acompañado por el nuncio de su Santidad, Bernardito Auza.

Entre los asistentes, estuvieron cerca de una veintena de cardenales, arzobispos y obispos, y un centenar de sacerdotes.

Destacó la presencia del cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez; el obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, que fue obispo de Zamora; el administrador apostólico de León, Julián López, que es natural de Toro, y el obispo auxiliar de Valladolid y secretario general de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello.

Significativas fueron las palabras del que ha sido administrador diocesano de Zamora durante más de un año, Francisco José Matías Sampedro.

Matías Sampedro hizo un resumen de la Diócesis a la que llegaba el nuevo obispo, con importantes potencialidades, pero también retos que afrontar. Así, hizo referencia a la larga historia de Zamora, a la España Vaciada y al envejecimiento. “Viene a una Diócesis con más de once siglos de historia y algunos más de fe cristiana ya vivida en estas tierras. Una Iglesia ubicada en la denominada España Vaciada, que empezó a serlo cuando usted daba los primeros pasos y que se ha ido desangrando a lo largo de estas seis décadas hasta despoblar los pueblos y convertirlos en lugares de gente mayor, resignados a su suerte, nostálgicos de tiempos pasados y sin esperanza, en muchos casos, que el discurrir cotidiano”. Habló también de la carencia de vocaciones sacerdotales y del peso de la religiosidad popular.