Al grano

Vendimia sin mancha

Viticultores y bodegueros, obligados a entenderse en la DO Toro

Vendimia en Toro

Vendimia en Toro / MARIA JESUS CACHAZO

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

La vendimia de ahora no es como las de antes. Claro. Los tiempos han cambiado y ya casi nada es como era antes. Lo que fue encuentro familiar entre cepas y marcado por un trabajo que obligatoriamente era colectivo (y un poco festivo) se ha tornado en una tarea mediatizada por el tiempo y por mil exigencias de bodegas, denominaciones de origen y hasta la propia climatología que aprieta porque hay que cumplir un calendario que pesa como una losa.

Pero la vendimia sigue teniendo algo especial. Es ya el último reducto para quienes gustan compartir con otros y otras el trabajo al aire libre. Es una actividad social que se realiza con las manos (no, no estoy hablando de la vendimia mecánica, claro) y en la que participan expertos y menos expertos que ejecutan una tarea de siempre, la de recoger frutos, la más antigua del mundo.

Hoy, como ayer y anteayer, la vendimia tiene que hacerse a la carrera. Y quien vende las uvas tiene que concretarlo en un periquete porque si no el producto se empocha y muere, se convierte en farfolla. Y el comprador lo sabe y los hay, unos cuantos con pocos escrúpulos, que lo aprovechan. Para evitarlo se aprobó la Ley de la Cadena Alimentaria que prohíbe expresamente fijar precios de compra por debajo de los de producción, pero, al parecer, no se cumple.

Los sindicatos agrarios llevan días denunciando que en la DO Toro se están ofreciendo algunos contratos por debajo de costes, lo que está creando malestar entre las bodegas y los propios viticultores. Como las organizaciones agrarias no han dado el nombre de la bodega que, al parecer, está llevando a cabo estas prácticas, la denuncia está dañando a todo el sector, lo que resulta muy injusto porque la inmensa mayoría de firmas vinícolas sí están cumpliendo la norma. A mí me consta de forma directa en el caso de dos bodegas, muy toresanas y zamoranas, de una trayectoria profesional sin mancha.

Entiendo que si los sindicatos hacen una denuncia tan directa, no se deben callar el nombre del infractor porque, si lo ocultan, están castigando a todo el sector y dañando la marca colectiva ganada durante muchos años. Hay que ser valientes y dar la cara y no esparcir la duda, dando por hecho que los vitivinicultores ya lo conocen. Lo tiene que saber el resto de la sociedad.

Bodegueros y viticultores están obligados a entenderse y no lo van a hacer si existe desconfianza y malos rollos. La DO Toro ha ganado mucho a lo largo de muchos años porque se han hecho las cosas medianamente bien. Que nadie las reviente ahora por falta de transparencia.

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