Ha fallecido Antolín Martín, alcalde-presidente del Ayuntamiento de Zamora de 1987 a 1991 y más tarde presidente de la Diputación.

Todavía recuerdo cómo Antolín acudía a los plenos del Ayuntamiento de Zamora, situándose en las bancadas del público junto con algunos compañeros del partido entonces denominado Alianza Popular, allá por los inicios del año 1987 cuando yo, como alcalde, presidía dichas reuniones de la Corporación representando al Partido Socialista Obrero Español.

Ya entonces se estaba gestando lo que dos años más tarde, en 1989, se llamaría Partido Popular fundado en su congreso de Sevilla y del que saldría como presidente José María Aznar, sucesor en el liderazgo de la derecha política de Manuel Fraga.

No hay duda de que Antolín Martín presenciaba aquellos plenos municipales con vistas a posibles pretensiones, sin duda legítimas, de liderar el grupo municipal del Partido Popular en el Ayuntamiento de Zamora en un futuro cercano. Y así fue. En las elecciones de mayo de ese mismo año encabezó la lista de su partido y ganó las elecciones y la alcaldía con el apoyo del CDS.

Su mandato, a mi juicio, adoleció de sentido político. Se limitó a "gestionar" el Ayuntamiento. Esto es algo que yo he cuestionado y discutido en el seno del partido al que pertenezco. Demasiadas veces hemos oído, dentro y fuera de las casas consistoriales, a algunos concejales y también a algunos alcaldes que al Ayuntamiento no se debe venir a hacer política. Y eso ha venido teniendo un eco importante en la calle y en quienes parece que pueden conformar la llamada "opinión pública". Se olvida, quizá con intención, de lo que determina nuestra Constitución en su artículo 6º. Dice, nada más y nada menos, que los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Por tanto hay que dejar claro que venimos a los ayuntamientos a hacer política. Y que otros, también vienen a hacer política en el Ayuntamiento, pero lo niegan o les cuesta mucho manifestarlo.

Si damos un sucinto repaso a la historia del municipalismo español podremos contemplar cómo, al ser el municipio español del siglo XIX y principios del XX una pieza clave en las relaciones preindustriales, en las que el despegue industrial choca con, o está supeditado a, los intereses financieros y terratenientes, se ve que tiene una importancia política insospechada: es campo de batalla durante las revueltas populares; objeto codiciado para la especulación inmobiliaria; único núcleo de renovación cultural en que se desenvuelven las minorías ilustradas; por último, instrumento a través del que se ejerce el proceso de centralización/descentralización. Por eso es tan amplia la legislación municipal y por eso suele ser reflejo de la correlación de fuerzas políticas que se articulan en el Estado.

Prosiguiendo con Antolín Martín, en 1991 no consigue revalidar su Alcaldía. Pasa después a ser presidente de la Diputación. Andando el tiempo y desgraciadamente para él, al destituir a dos vicepresidentes del ala oficial del PP se produce una escisión de su grupo y para legitimar su actitud denuncia a los antiguos responsables de llamado "caso Zamora" buscando apoyos en algunos de los constructores perjudicados con aquel asunto, uno de los cuales denuncia que ha pagado comisiones directamente al propio Aznar.

En fin, esta rocambolesca situación termina con la carrera política de Antolín Martín que reingresa en su antiguo puesto de trabajo en el INNS.

Particularmente he mantenido hasta hoy una buena relación personal con él, o mejor dicho hasta hace unos meses en que dejé de verle y, por terceras personas, me enteré de sus padecimientos de salud. Me pareció siempre buena persona y fue víctima de la mala política de sus compañeros de partido.

Hoy lamento sinceramente su fallecimiento y acompaño en el sentimiento a sus familiares. Hasta siempre Antolín.