Hay quien defiende que el Gobierno de España puede solicitar dinero del fondo de rescate europeo sin caer en el pelotón de los rescatados. Si hay fórmulas, serán pura metáfora hasta en el supuesto de consentimiento por parte de los socios. La nación no puede estar «un poco rescatada», como tampoco está «un poco embarazada» la jovencita que reconoce su estado. Si nuestro país se salva hasta ahora del nivel de Irlanda, Grecia y Portugal no es por su mejor «gobernanza» ni por la credibilidad que no tiene, sino porque la eurozona no puede permitírselo mientras siga apuntalando la moneda única. Además, el coste sería difícilmente soportable y dejaría el fondo común exhausto para los rescates sucesivos de Italia, Bélgica «et alia», también arrastradas al abismo de las aguas. Aquí no cabe hacerse ilusiones. Mientras pretendan salvar con viejas recetas capitalistas el fracaso letal del sistema capitalista seguiremos de tumbo en tumbo, infartados a diario por las pérdidas bursátiles, el interés de la deuda, la prima de riesgo, el déficit indomable y la ineficacia de las reformas financieras. Mientras tanto, el sufrimiento de la ciudadanía en desempleo, rebajas salariales, desahucios, nuevos impuestos y pobreza, galopa desbocado hacia lo humanamente insostenible.

Los errores no son exclusivos del PP que nos gobierna con evidente vacilación y perplejidad, sino también del PSOE que nos gobernó dando palos de ciego. Ambos participan de la responsabilidad de esta masacre sin precedentes y de la más notoria de sus causas: la bacanal del ladrillo que, combinada a la orgía de los activos tóxicos inoculados desde el exterior, ha destruido literalmente el sistema financiero español. Está claro que la tópica fogosidad hispana no entiende de «coitus interruptus». Cuando besa, es que besa de verdad. Ya en frío y calibrando resultados, aparecen las milongas del medio embarazo y el medio rescate.

La última hipótesis de Paul Krugman es, por desgracia, más fiable que las rotundas afirmaciones de la satrapía del euro, cuyos ánimos a España duran 24 horas en el vaivén del palo y la zanahoria. Pero no hace falta que vengan a decirnos que esto va fatal. Los priores del convento son cada día más apremiantes en exigir penitencias adicionales cuya eficacia, aunque Madrid se aplique a fondo en su cumplimiento, es la de los apósitos que duran lo que tarda en aflorar un nuevo agujero negro. Mientras Berlín y Bruselas no se convenzan de que el mundo ha girado casi 180 grados, y que nada es ni será como fue porque las víctimas primordiales son las capas juveniles -las más exigentes en la dinámica del cambio- todas las soluciones serán ilusorias cuando no cínicamente cosméticas. Si algo escapa a la teoría de la relatividad no son tanto los neutrinos como la aceleración vertiginosa del tiempo. Los siglos que tardaban en caer los imperios agotados son ahora años, y hasta menos.