Ya se que es imposible, pero ¿no dicen los creyentes que para Dios nada lo es? Ángel, que hoy celebra en Oviedo sus bodas de oro como sacerdote, reúne algunas condiciones especiales. Para empezar, cree en Dios, y no de una manera burocrática (como un sargento cree en el ejército), sino más bien como un pájaro cree en el aire y en las flores. Para continuar, ve a Dios en la gente, y cuanto menos endiosada esté esa gente, ve en ella a Dios más claro. Ese modo de creer atrae hacia Ángel el carisma, que es lo contrario de una orla dorada, y lo proyecta. Y, en fin, vive pegado a la tierra y a sus seres, y, si por él fuera, no expulsaría a nadie del Reino de los Cielos, se las arreglaría para encontrar en cada uno un destello de luz. Esas son las razones, aunque tampoco oculto que a nadie le disgusta tener a un buen amigo en la silla de Pedro.