San Vicente de la Cabeza cerraba ayer las fiestas en honor a San Vicente Mártir protector contra la rabia y la viruela en la comarca de Aliste lo cual convirtió durante siglos a la celebración en parte vital de la vida religiosa en la comarca contando con cientos de devotos de todos los pueblos que en pleno invierno acudían en busca de la protección divina con la tradicional bendición de la hogaza de pan casero.

Los actos religiosos estuvieron oficiados por Fernando Lorenzo Martín, párroco de las Unidades de Acción Pastoral de Valer de Aliste (A la que pertenece San Vicente ) y Sarracín. Los vecinos procesionaron a San Vicente por las calles, portado por los hombres, con la mujeres, ataviadas con la indumentaria tradicional alistana llevando el tradicional Ramo de Roscas. Uno de los momentos más emotivos llegaba con el canto del ramo con los hombres ataviados con la histórica Capa Parda Alistana de Honras y las mujeres con sus coloridos manteos, gabachas, mandiles y pañuelos.

Durante la santa misa tuvo lugar la «Bendición del Pan Bendito». Antaño hasta San Vicente acudían devotos de todos los pueblos de la Raya, tanto de Aliste (España) como de Tras Os Montes (Portugal) que montados en la burra llevaban las hogazas de pan casero que tras ser bendecidas volvían a sus hogares donde eran comidas por las personas y los animales como prevención contra la rabia y la viruela. En cada casa se guardaba una hogaza «Por si venían malas». En caso de caer enfermo de rabia o viruela un animal o miembro de la familia un trozo de pan bendito de San Vicente y un responso con agua bendita eran el primer remedio: divino.

Pueblo y santo tienen su cita en el refranero popular alistano y trasmontano: «Por San Vicente, almuerza y vente, que, si esperas a cenar, no podrás pasar». Históricamente la misa, procesión, ramo y bendición tenían y tienen lugar hacia el mediodía. Tras ellos muchas familias acogían a almorzar a los paisanos, familiares o amigos llegados de otros pueblos. Gaita y dulzaina ponían música a las danzas al atardecer hasta la cena.

El problema estaba en que son estas fechas de lluvias, «De San Antón a los Mártires, de casa no faltes, aunque de pan no te hartes», y la iglesia está en la margen derecha del río Aliste y, claro, si llovía crecía y las gentes llegadas de pueblos del otro margen como Cabañas, Sarracin, Campogrande, Riofrío, Valer, Puercas o Flores no podían cruzar el cauce. Los puentes más cercanos existentes originalmente aguas abajo estaban, uno en Bercianos (Camino de San Vitero) y otro en «El Poyal» de Valer (hacia Fradellos). San Vicente y sus feligreses mantienen viva la devoción contra la rabia y la viruela.