La campaña de la recogida de aceituna en Fermoselle y Pinilla de Fermoselle se presenta este año con buenas expectativas por la abundancia de fruto. Este fin de semana será de trabajo intenso porque los residentes estarán arropados en la tarea por hijos y familiares llegados ex profeso para echar una mano en la cosecha de las olivas.

La gran carga de fruto en los árboles anima a su recolección, y es algo reconocido por todos, pero los propietarios de olivos insisten una vez más en destacar la ausencia de caminos y de accesos adecuados por el arribanzo. Todos miran con envidia a la vertiente de Portugal, y ponen a los lusos como ejemplo de la gestión del espacio protegido en lo tocante al uso y disfrute de sus parcelas y aprovechamientos. "Allí hay caminos, están a la vista de todos, aquí no hay hijo madre que los haga" afirma un fermosellano, que para mayor detalle alude a un vecino a quien el acondicionamiento de un camino le ha costado una sanción que "no sé si parará en seis mil euros".

Los hermanos Pablo, Iván y Fernando Domínguez llevan adelante el castrado de las uvas de un olivo radicado en pleno centro del pueblo de Pinilla de Fermoselle. Aseguran que "el aceite tiene futuro, pero por culpa del Parque Natural todo son pegas". Reparan en que "es un pueblo con gente mayor que ya no tiene caballerizas", y critican que "la mitad o las tres cuartas partes del producto de los olivares que ocupan la vertiente del Duero se quede perdida en el campo por no poder acceder". Es una reivindicación conocida por reiterada. Existe un verdadero contrasentido por cuanto que el aceite de Arribes es elogiado como un valor gastronómico y de potencial económico para la zona y, sin embargo, la cosecha de olivas es tal sufrimiento en ciertos parajes que los dueños optan por el abandono.

Los hermanos Domínguez realizan su tarea en perfecta coordinación a la hora de varear y de podar el ramaje. Inciden en las dificultades para llegar a las plantaciones que están en plena producción. Prueba de que confían en el futuro del aceite es que han plantado "dos centenares de olivos en una finca próxima a la carretera, pero todavía está en fase de crecimiento".

Con igual empeño trabajan Antonio Regidor y su mujer, en los arribes del Duero fermosellanos. Los árboles rebosan de olivas, de diferente color por razones de maduración. Son dos personas, y cuatro manos, pero tienen a mano siete u ocho cayadas. ¿Por si viene alguien? "Si y no" dicen, pero matizan que utilizan "una cayada para acercar las ramas y la otra para varearlas". Que llevan un tiempo recogiendo lo evidencia el que tengan varios canastos llenos de olivas hasta los topes. En un punto de la finca han encendido un pequeño fuego para quemar ramaje y para poner una parrilla con chicharro, que comerán cuando llegue el momento. Regidor afirma que las olivas para aliñar ya están "prácticamente todas las casas". Este fermosellano, que disfruta del campo y sus recursos como nadie, gusta de sabrosarlas "de forma clásica: con ajo, sal y tomillo silvestre", pero no el denominado "cantueso" ni el "alegría", usado para sopas y carne.

Densa niebla

Es una mañana de densa niebla y fría, pero en Fermoselle algunos han salido a varear a buena hora. Otros lo tienen todo dispuesto para salir nada más que despeje la niebla, que al final sucede y deja sobre el territorio un día soleado y transparente. La cooperativa está lista para comenzar su recogida, y las almazaras de la parte portuguesa, a las que acuden algunos agricultores, especialmente de Pinilla de Fermoselle, desde hace unos días.

Manuel Moya manifiesta que es el momento oportuno para la recogida de la aceituna, y señala que "además de abundante tiene buena calidad". Otros hablan de que ya se está arrugando. Este es un fin de semana largo, pero en Fermoselle y Pinilla de Fermoselle especialmente campero.