Pepe Somoza: el novillero que enloqueció antes de matar a su mujer y suicidarse después

Los asistentes al foro del Club LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA conocían este pasado jueves cómo se gestó la última obra de Paco Cañamero en la que relata la locura que llevó a Pepe Somoza a asesinar a su esposa. Un suceso que conoció gracias a su afición taurina. "Mi familia es de La Aldehuela, la zona donde se desencadenan los hechos, pero además he vivido mucho tiempo en Zamora y cuando iba a las corridas de toros, la gente mayor me contaba el caso del novillero que se había vuelto loco", señala.

El escritor estuvo acompañado en la interesante sesión por el diestro y doctor en Historia, Pascual Mezquita. Una presencia importante para adentrarse en la historia ya que fue amigo del padre de Pepe Somoza.

Cañamero ha relatado, como intrigado por los hechos, inició una ardua labor de investigación en la que se fue adentrando en la vida del protagonista, nieto de un reputado juez e hijo de un conocido periodista y fotógrafo radicado en Zamora, que ansiaba triunfar como torero mientras se preparaba para ser médico en Valladolid.

Tras una funesta reaparición en el coso zamorano, termina en el calabozo. "De allí salió loco", revela Cañamero. Un trastorno que lo llevó a urdir un plan para acabar con la vida de su esposa envenenándola con una planta que él mismo cultivaba en su finca. "Somoza engañaba a su esposa diciéndole que eran inyecciones para tranquilizarla en el embarazo", detalla.

Lolita, sospechosa de su terrible final, escribió a a sus padres suplicando que fueran a buscarla. Pero la respuesta de su madre no fue la esperada. "Con la cuchara que has elegido tienes que comer siempre", le contestó. "Una mentalidad muy triste de la época", opina el escritor. Muerta Lolita, las sospechas recayeron en Somoza que cuando iba a ser arrestado, se suicidó.

Los ponentes comentaban también el final de la obra que transcurre el día de San Pedro de 1947 cuando el padre del asesino se presenta en la Plaza de Toros para tomar fotografías de la corrida. "Un ejemplo de que, a pesar de todo, la vida continúa", dice Cañamero.

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