Peregrina inglesa, sola y en silla de ruedas en Zamora
Carol ve frustrada su aventura jacobea y concluye en el albergue de Zamora, con heridas en las manos y ayuda de la Guardia Civil, el Camino a Santiago que inició en Sevilla
Alberto Ferreras
La inglesa Carol Hall quiso cumplir 53 años viviendo la aventura de la peregrinación jacobea, pero haciéndolo aún más difícil al caminar ella en silla de ruedas y atreverse a realizar la ruta a Santiago de Compostela sola y sin hablar nada de español.
La cosa no salió bien y en Zamora vio frustrado su recorrido, con heridas en las manos y su silla de ruedas necesitada de una reparación urgente, aunque la solidaridad zamorana del Camino imperó en este caso y ayudó a la peregrina inglesa a sobrellevar los contratiempos.
Carol cumplió años el pasado 10 de octubre, cuando realizaba una de las etapas salmantinas de la Vía de la Plata. Apenas unos días después ha tenido que poner fin a su sueño de hacer una larga ruta de peregrinación a Santiago en una silla de ruedas impulsada manualmente. Su destino final no ha sido la ciudad compostelana sino Zamora, aunque muy a su pesar.
El cansancio, las inclemencias meteorológicas y un desafortunado incidente que le llevó a romper una de las ruedas de su silla, los guantes con los que se protegía las manos y hacerse llagas en el trayecto hasta la capital zamorana le han hecho abandonar.
Aún así, su situación, haciendo la ruta de peregrinación sin compañía y teniendo que recurrir a Google Translate para comunicarse en español, ha llamado la atención de hospitaleros y otros peregrinos, que ponen de relieve la fuerza de voluntad y física que hay que tener para sobreponerse a las dificultades en esas condiciones.
Mil kilómetros en silla de ruedas
Su plan era hacer el millar de kilómetros que hay desde Sevilla hasta Santiago de Compostela por el recorrido clásico de la Vía de la Plata. Superó obstáculos de gran dificultad como el puerto de Béjar, con el riesgo que entraña hacerlo en silla de ruedas. Pero en Zamora se ha dado por vencida ante la adversidad para coger el tren que le lleva de vuelta a Madrid y desde allí volar al Reino Unido.
El pasado sábado realizó la que ha resultado su etapa final, entre El Cubo de la Tierra del Vino y Zamora, un duro trayecto de una treintena de kilómetros en silla de ruedas. A ello añadió lo que inicialmente parecía un pinchazo de su silla, las heridas en las manos y al llegar al casco antiguo de Zamora, poco después de las dos de la tarde, una insalvable subida por la cuesta de San Cipriano antes de acceder al albergue. En ese empinado y empedrado tramo encontró la ayuda de otro peregrino que realizaba el trayecto a pie.
Llegó al albergue con heridas en las manos, los guantes rotos y la cara tan tiznada que parecía un minero
En el albergue la recibió, recién incorporada a su voluntariado de quince días como hospitalera en Zamora, la asturiana Covadonga Barreiro.
"Tenía la cara tan tiznada que parecía un minero", detalla la responsable temporal del albergue, que explica que al tener los guantes rajados, las manos se le quedaron negras porque con ellas impulsaba la silla de ruedas y cada vez que se tocaba la cara se la manchaba hasta provocar el impactante aspecto que presentaba al llegar al alojamiento.
Hospitalera voluntaria
Covadonga, que lleva once años como hospitalera voluntaria, admite que nunca se había encontrado ningún caso como el de Carol, con quien ha compartido habitación estos días en el albergue de Zamora. Esta vecina de Avilés que emplea su mes de vacaciones, la mitad para hacer la labor de mantenedora voluntaria del albergue zamorano y la otra mitad para ser ella misma peregrina entre León y Santiago, reconoce que al verla Carol estaba algo nerviosa, aunque "pese a las heridas en las manos y los guantes rotos, se le veía aún con energía".
La peregrina inglesa se tomó el domingo de descanso, sin solucionar aún el problema de la rueda averiada de su silla, aunque su situación llegó a oídos de la Oficina Móvil de Atención al Peregrino de la Guardia Civil de Zamora por mediación de otro caminante que hacía parada en Fontanillas de Castro.
Los agentes encargados de velar por la seguridad y dar asistencia a los peregrinos en las rutas jacobeas zamoranas se interesaron por cómo se encontraba y contactaron con Cruz Roja para que el lunes Carol tuviera una silla de ruedas provisional mientras le reparaban la suya. Además, contactaron con la ortopedia de Antonio Hernández, en la avenida Cardenal Cisneros, quien al conocer lo ocurrido no dudó en arreglarle la rueda y ponerle a punto también la otra de forma desinteresada.
Tras pensárselo y consultarlo con los hospitaleros, Carol finalmente decidió desistir de su aventura. Inicialmente iba a viajar ayer a Madrid en tren pero nuevamente las cosas se torcieron porque el billete para minusválido que requiere asistencia hay que comunicarlo con 24 horas de antelación, por lo que no ha sido hasta las siete y media de la mañana de este miércoles cuando tenía previsto despedirse de Zamora.
Sorprendida por la repercusión que ha tenido su caso, con presencia de la Guardia Civil incluida, Carol Hall señala a este periódico que el año pasado ya realizó el Camino portugués a Santiago en la variante espiritual.
"Ha sido demasiado, me voy para casa"
En la nueva experiencia jacobea de este año inició su ruta el pasado 27 de septiembre en Sevilla. El de Zamora ha sido su último contratiempo pero antes el tercer día de peregrinación en silla de ruedas se rompió la nariz y el quinto tuvo otro percance en una de las ruedas de su silla. Aún así, pudo seguir adelante por ese trazado histórico que hace paradas en ciudades como Mérida, Cáceres o Salamanca antes de adentrarse en Zamora. Pese a todas las trabas, su balance es positivo y asegura que la peregrinación ha sido "fantástica" aunque también admite que "el final ha sido demasiado, me voy ya para casa".
Sobre su incidente en Zamora, detalla que el sábado fue a Decathlon y allí comprobaron que había roto la rueda, sin que pudiera hacer nada para repararla hasta que el lunes la guardia civil llevó la silla a la ortopedia que ha prestado su ayuda altruista. Ayer, con todo a punto, pudo darse un paseo por el casco antiguo antes de regresar al condado inglés de Cumbria en el que vive. El resto del trayecto jacobea tendrá que esperar al año que viene.
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