Los embalses de Zamora recuperan el nivel medio de la última década tras las lluvias

La reserva hídrica más importante de Zamora saca músculo y ayuda a recuperar los niveles de agua embalsada de la última década

Aspecto actual del embalse de Ricobayo tras el incremento del agua embalsada.

Aspecto actual del embalse de Ricobayo tras el incremento del agua embalsada. / JOSE LUIS FERNÁNDEZ

Luis Garrido

Luis Garrido

El embalse de Ricobayo ha vuelto a la vida después de dos veranos en la cuerda floja. La reserva hídrica más importante de la provincia de Zamora muestra un estado saludable tras las copiosas lluvias de la primavera y una amable política de desembalses. Una situación que ha generado, por efecto dominó, que el volumen total de agua embalsada en el conjunto del territorio haya crecido durante las últimas semanas hasta situarse en la media de la década, algo que no ocurría desde hacía años. Los baños estivales están garantizados, aunque los deportes acuáticos habrán de ser evaluados uno a uno para decidir si conviene o no su práctica. Sea como fuere, los pantanos han recuperado músculo y esos brotes verdes son ya perfectamente visibles por parte de los ciudadanos que se acerquen por su propio pie hasta las orillas.

El milagro de la lluvia cambia el paisaje

Ricobayo, esta semana / Luis Garrido

Las presas repartidas por la provincia han dejado de levantarse y eso ha provocado que el agua embalsada se sitúe en los 1.220 hectómetros cúbicos a fecha actual. El número no es baladí y significa que los pantanos se encuentran al 69% de su capacidad, cifrada en un total de 1.767 hectómetros cúbicos en el conjunto de ingenios dispersos por la geografía zamorana. Atendiendo a la serie histórica, se puede comprobar cómo la media de reserva de agua en la misma semana a lo largo de la última década se encuentra en un 70%, de manera que la recuperación es todo un hecho. Como muestra, no hay más que retrotraerse doce meses en el tiempo y observar que, en la primera semana de julio del año 2022, la reserva hídrica de Zamora estaba en los 808 hectómetros cúbicos, prácticamente cuatrocientos menos que ahora mismo. Un absoluto cambio de paradigma que no trae sino buenas noticias para los vecinos de los municipios ribereños que tan mal lo pasaron a lo largo de los dos últimos ejercicios.

El milagro de la lluvia cambia el paisaje

El viaducto Martín Gil sobre el embalse, ahora / Jose Luis Fernández

Los designios de la reserva hídrica provincial pasan inevitablemente por una buena salud del embalse de Ricobayo. Se trata del pantano más importante en cuanto a capacidad de cuantos operan en el conjunto del territorio y su momento actual es inmejorable, teniendo en cuenta de dónde se está viniendo. El último boletín refleja una cantidad de agua embalsada que alcanza los 730 hectómetros cúbicos sobre una capacidad que asciende a 1.145 hectómetros cúbicos. Esto quiere decir que está al 63% de lo que puede guardar. Teniendo en cuenta que la media de la década se sitúa en un 67% de reserva, y que hace exactamente un año se encontraba apenas en un 40%, el balance resulta más que positivo.

El milagro de la lluvia cambia el paisaje

La presa de Ricobayo, por estas mismas fechas, el año pasado / Jose Luis Fernández

Pero, no hacen falta los datos cuando se pueden observar los cambios a simple vista. A primeros del mes de julio de 2022, a los puentes de Manzanal del Barco se les veían hasta los cimientos. La comparativa refleja esa subida del nivel del agua hasta prácticamente cegar el arco central del viaducto de 1929. El río Esla exhibe buenas condiciones, que también se ven en el entorno del puente de la Estrella. Si el año pasado cruzaba por debajo apenas un hilillo de agua, ahora mismo la cantidad es realmente importante y acorde a lo que siempre debió ser lo normal. El entorno de la propia presa es, de hecho, el mejor testigo de lo acontecido. Si el año pasado presentaba un paisaje desértico debido a los desembalses, a día de hoy el agua alcanza unos cuantos metros en altura.

El milagro de la lluvia cambia el paisaje

Situación actual del embalse / Jose Luis Fernandez

Los pantanos de la provincia de Zamora acumulan buenos datos en este inicio de verano. Si bien nunca llegaron a estar en niveles tan bajos como Ricobayo, la realidad es que su contribución siempre ha sido clave para el conjunto de la reserva hídrica del territorio. El segundo de los embalses por capacidad, como es el de Cernadilla guarda a fecha actual 169 hectómetros cúbicos de agua del río Tera sobre un máximo de 255 hectómetros cúbicos, de forma que se encuentra al 66% de su capacidad. En la misma semana del pasado año, el nivel apenas alcanzaba para sumar un 18% de capacidad, por lo que la recuperación ha sido excelsa y se encuentra ya en la media de la última década.

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La sequía dejó completamente secas zonas de Ricobayo el año pasado / Jose Luis Fernández

También regado por el Tera, el embalse de Valparaíso es uno de los que goza de mejores condiciones en este comienzo del mes de julio. Acumula 157 sobre 169 hectómetros cúbicos de almacenaje, lo que se traduce en un 92% de su capacidad. Caso similar al que vive el pantano de Villalcampo, ya con el río Duero como protagonista, que registra 62 hectómetros cúbicos de agua embalsada de los 66 que podrían caber, por lo que se sitúa en un 93% de llenado en estos instantes.

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El mismo lugar, en la actualidad / Jose Luis Fernández

Embalses de menor entidad, pero que también contribuyen al resultado de las reservas hídricas de la provincia, se encuentran también por encima de las medias de los últimos años y, especialmente, de los dos últimos. Tal es el caso del Salto de Castro, donde se acumulan 24 hectómetros cúbicos de una capacidad que asciende hasta los 27, y Nuestra Señora de Agavanzal, con 32 hectómetros cúbicos de agua almacenada sobre un máximo de 36. Todos ellos suman para conseguir el dato actual, que refleja cómo se estancan 1.220 hectómetros cúbicos en las diferentes presas hasta alcanzar el 69% de capacidad total en los pantanos del conjunto provincial.

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Otro punto del embalse el año pasado / Jose Luis Fernández

Han sido dos años muy duros en los que los vecinos de los pueblos ribereños de los embalses, especialmente los de Ricobayo, han visto cómo un auténtico medio de vida se perdía hasta dejar el suelo a la vista. Una situación que se ha recuperado de un año para otro fruto unas condiciones meteorológicas más favorables y una política de desembalses distinta a la ejecutada con anterioridad. Los ciudadanos podrán este verano darse el baño en las aguas de los pantanos, lo que no es cosa de poco teniendo en cuenta un escenario poco halagüeño, en líneas generales, en lo tocante al marco climático cambiante al que se enfrenta también este territorio. Si los pantanos respiran, lo hace también el conjunto de la provincia, que podrá disfrutar esta temporada estival de un agua que ha vuelto a sus cauces.

El milagro de la lluvia cambia el paisaje

Vista del Martín Gil hace un año / Jose Luis Fernández

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