Zamora, ciudad de acogida

Cruz Roja Zamora ha atendido en la primer mitad del año a 118 personas refugiadas, la mayoría de Ucrania, Colombia y Afganistán

Alfredo Cabrero, voluntario de Cruz Roja Zamora, charla con tres usuarios del programa de acogida. | Emilio Fraile

Alfredo Cabrero, voluntario de Cruz Roja Zamora, charla con tres usuarios del programa de acogida. | Emilio Fraile / B. Blanco García

Beatriz Blanco García

Beatriz Blanco García

Ucrania, Colombia, Afganistán y Venezuela son los principales países de origen de los refugiados atendidos durante este año por Cruz Roja Zamora en el Programa de Acogida para Personas Solicitantes y Beneficiarias de Protección Internacional. Hasta la fecha, suman un total de 118 usuarios, el 64% adultos y 36% menores, con un 38% del total mujeres. En la actualidad, se trabaja con más de noventa personas.

La responsable provincial del programa, Sandra Berrocal, desgrana las fases que componen este itinerario. «Tras una primera acogida, con la evaluación y derivación, donde se les cubre las necesidades básicas, se continúa con la fase de acogida temporal, que dura entre 18 y 24 meses, con un itinerario personalizado, donde un equipo de psicólogos, educadores, abogados, trabajadores sociales y profesores de castellano apoyan a esa persona para que logre la autonomía necesaria y la integración en la sociedad zamorana», resume. El trayecto se completa con la fase de autonomía.

Voluntarios de Cruz Roja en una intervención con refugiados. | Cedida

Voluntarios de Cruz Roja en una intervención con refugiados. | Cedida / B. Blanco García

«El programa se va adaptando a las circunstancias. El cambio más significativo del último año ha sido la guerra de Ucrania, con una llegada masiva de esta población, aunque ahora la ola viene de Venezuela y Colombia», detalla Berrocal, quien explica el perfil de los beneficiarios. «Las familias ucranianas son monomarentales, madres con niños menores, mientras que del resto de nacionalidades son en un 80% familias, aunque también hay personas que han llegado solas», apunta.

Alta formación

Lo que suelen tener todas en común es su alto nivel de formación. «El perfil es de universitarios, que además en sus países de origen tenían un nivel de vida medio o incluso alto. Cuando llegan aquí se encuentran con la dificultad de la homologación de su titulación y esa adaptación necesaria para encontrar un trabajo», argumenta la responsable provincial, quien también advierte que el ser extranjero no es una traba para conseguir un empleo en Zamora. «No se ha dado hasta la fecha esa situación, las personas tienen permiso de trabajo y con un curso de capacitación que se les ofrece a lo largo de los itinerarios de acogida se les ayuda. Quizá el mayor problema que puedan encontrar para conseguir un empleo, aparte del idioma, sea tener carnet de conducir», añade.

Reconoce que cada uno «tiene su mochila de dificultades, ya sean de carácter familiar, personal o psicológico, pero en todo este tiempo van adquiriendo habilidades y haciéndose a la ciudad y costumbres»

La labor de los voluntarios

Como sucede con tantos otros programas de Cruz Roja, esta labor no sería posible sin la colaboración desinteresada de los voluntarios. En este proyecto se encuentra desde mayo de 2021 Alfredo Cabrero, militar en la reserva que por su formación profesional se desenvuelve sin problemas en varios idiomas, entre ellos el ruso. «Al principio me dedicaba a dar clases de español y acompañar a las consultas médicas y trámites burocráticos a los que llegaban a Zamora, sobre todo afganos y subsaharianos, principalmente de Argelia o Marruecos», recuerda.

Día Mundial de las Personas Refugiadas con Cruz Roja (2)

Día Mundial de las Personas Refugiadas con Cruz Roja / Cedida

Pero la guerra de Ucrania lo cambió todo y empezó a ser habitual la llegada de refugiados de ese país a Zamora. «Yo me encargaba de estar recibiéndolos cuando llegaban en el autobús para que escucharan una voz en ruso, después de tantos meses fuera de su país», señala. También estaba junto a ellos en esos primeros trámites. «El apoyo al principio era mucho más intenso, ahora el papeleo es más llevadero y yo estoy aquí para lo que haga falta. Les doy clases de castellano, sobre todo de conversación, para que se puedan desenvolver en el día a día y reforzar los conocimientos que adquieren en la academia», explica. Además, al haber estado cuatro años trabajando en Moscú, conoce muy bien la cultura y las costumbres de los países del este. «Ucrania comparte muchas cosas con Rusia en ese sentido y entiendo sus dudas sobre las diferencias culturales con España y nuestra forma de ser. Hay cosas que les llaman mucho la atención y yo se las explico», apunta.

Desde octubre en Zamora

Esa voz amiga en ruso la escuchó O. cuando llegó en octubre con su hijo de diez años. Atrás dejaba a su marido en la guerra, mientras ella huía en tren junto a su hermana, que reside en Palencia. M., también ucraniana, está en Zamora con su hija, su hermana, su sobrino y su madre. Antes de que estallara la guerra en su país, era jefa de departamento de una entidad bancaria. «Estamos aquí todos juntos desde septiembre, fue mi marido quien nos dijo que nos marcháramos, cuando los bombardeos estaban cerca de nuestra ciudad», rememora. Afortunadamente, con su pareja contacta todas las tardes. «Para mí es muy importante que mi hija crezca viendo a su padre», subraya.

CRUZ ROJA DIA DEL REFUGIADO

CRUZ ROJA DIA DEL REFUGIADO / EMILIO FRAILE

Mientras aprenden castellano, que reconocen que es muy complicado, ambas familias aseguran que viven «el día a día, porque nuestro objetivo último es regresar a Ucrania cuando todo esto acabe».

Desde Venezuela

Desde el otro lado del Atlántico llegó J., tras huir de Venezuela, perseguido por un doble motivo: su oposición al régimen y su condición de homosexual. «Crucé la frontera a Colombia, a pie, pero allí tampoco pude hacer vida, porque cambió el gobierno y empezó a perseguir a personas que colaboraban con diferentes asociaciones, entre ellas en la que yo estaba», recuerda. Con sus escasos ahorros, cogió un billete a Madrid —«con tres escalas, para que me saliera más barato», detalla— y llegó a España con solo una mochila, ya que no podía costearse el precio de facturar una maleta. Su destino final ha sido Zamora, donde lleva tres meses. «Aquí me siento protegido y atendido», agradece con la mirada empañada, puesto que reconoce que los miembros de Cruz Roja «son como una familia». Le ha gustado tanto la ciudad que está decidido a forjarse un futuro aquí, si puede ser, ejerciendo su profesión de ingeniero industrial.

Día Mundial de las Personas Refugiadas con Cruz Roja

Día Mundial de las Personas Refugiadas con Cruz Roja / Cedida

Para mostrar a la población zamorana la realidad de estas personas y la labor diaria de Cruz Roja con el programa de acogida, la entidad celebra hoy el Día Mundial de las Personas Refugiadas con una mesa informativa que está instalada en la plaza de la Constitución, de 11.00 a 13.00 horas.

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