La Opinión de Zamora

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Día del Trabajo

El oscuro panorama laboral de los jóvenes de Zamora: Éxodo, oposición o atrevimiento

Los jóvenes que acceden al mercado laboral y que valoran la opción de quedarse en Zamora chocan con el muro de una industria famélica y un mercado con sueldos bajos

Un hombre, al fondo de una galería con varios negocios cerrados en Zamora capital. | Jose Luis Fernández

Patricia Cabadilla tiene 24 años y combina un trabajo temporal como administrativa con la preparación de las oposiciones para subinspectora de Hacienda. Los estudios se han convertido en la prioridad de esta joven zamorana, que cursó el grado de Finanzas y Contabilidad en la Universidad de Granada y que regresó a su tierra, al culminar su trayectoria académica, con la expectativa de acceder al mercado laboral por el camino del sector privado. Aquella inmersión en la búsqueda de un empleo ajustado a su nivel formativo se convirtió en una sucesión de sinsabores que condujeron a esta mujer a la decisión de apostar por lo público. Es decir, por lo fijo.

Un grupo de jóvenes camina por Santa Clara. | Jose Luis Fernández

“Al final, me salió un trabajo, pero no voy a dejar los estudios a un lado. Mis padres también me recuerdan que ese empleo no es para siempre y que, dentro de unos años, el sueldo no va a ser suficiente”, explica esta joven, que cita algún ejemplo cercano para justificar su decisión de volcarse ahora en las oposiciones. La premura está vinculada con la idea de no sumergirse en los apuntes cuando hayan pasado los años y hayan crecido las responsabilidades.

La historia de esta zamorana es la de muchos jóvenes que se plantean la posibilidad de regresar a la provincia cuando finalizan su etapa formativa y que se topan de frente con la realidad de un territorio que se sujeta con pinzas gracias al sector servicios y que adolece de un tejido industrial poderoso. Las plazas para los asalariados con alta cualificación escasean, y las vías del autoempleo y la oposición surgen como alternativas más viables si los chicos y chicas se resisten a agarrar la maleta.

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Los datos oficiales de los salarios que actualiza anualmente la Agencia Tributaria permiten intuir ya esa realidad. El salario medio en Zamora se sitúa ahora en 16.735 euros brutos mensuales, pero hay que tener en cuenta que ahí se incluyen las cifras de los 11.400 funcionarios que trabajan en la provincia y que obtienen unos ingresos superiores a los que se encuentran empleados por cuenta ajena.

Diferencias con otros territorios

Según las últimas estadísticas publicadas por el INE, a nivel nacional, un funcionario gana 1.064 euros brutos más al mes de media que un trabajador por cuenta ajena. En Zamora, las diferencias se acentúan y le complican la vida a una población joven que se ve forzada a plegarse a la realidad salarial si no quiere buscar otras alternativas. En el grupo de edad de 26 a 35 años, el sueldo medio de la provincia es de 14.374 euros brutos al año. Es decir, unos 1.197 al mes que se quedan en menos de 1.100 tras las retenciones.

Sin ir a lugares como la Comunidad de Madrid, donde la media se eleva por encima de los 20.000 euros brutos anuales en ese grupo de edad, Zamora se sitúa 1.800 euros por debajo de la media nacional y a la cola de la comunidad autónoma, cuyo promedio roza los 16.000 euros anuales.

Patricia Cabadilla reconoce que el desvío hacia el empleo público se ha acabado imponiendo por una cuestión de lógica y de ruptura con la mirada cortoplacista

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Con este panorama, Patricia Cabadilla reconoce que el desvío hacia el empleo público se ha acabado imponiendo por una cuestión de lógica y de ruptura con la mirada cortoplacista. No es la única que ha tomado ese rumbo en su entorno. Desde Málaga, Miriam Blanco hace reflexiones parecidas a las de su paisana, aunque desde el prisma de una trabajadora social que vive a 730 kilómetros de su casa y que está realizando un posgrado para completar su formación.

Durante la fase más dura de la pandemia, esta joven zamorana, de la misma edad que Patricia, terminó la carrera en León, regresó a Zamora y buscó trabajo “con desesperación”. Miriam hizo cursos, se sacó un dinero como cuidadora de un niño pequeño y acabó por poner rumbo al sur para descubrir “otro mundo” que le ha cambiado la perspectiva sin llegar a frenar sus deseos de regresar a la provincia. “O, al menos, acercarme”, concede ella misma.

Sin embargo, esta joven reconoce que el sector privado le ofrece pocas garantías. “Últimamente, me estoy planteando cada vez más opositar, porque es la salida que veo más factible en un lugar como Zamora, donde lo demás está fastidiado”, analiza la trabajadora social, antes de puntualizar que no es la única persona de su grupo de amigos que ha llegado a la misma conclusión. Otros directamente renuncian a volver.

“A mí Madrid no me llama la atención para tener un trabajo y formar tu vida; no me veo organizándome para tardar una o dos horas en llegar a mi puesto”

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“A mí Madrid no me llama la atención para tener un trabajo y formar tu vida; no me veo organizándome para tardar una o dos horas en llegar a mi puesto”, defiende Miriam, antes de ofrecer un punto de vista interesante sobre lo que ocurre en Zamora: “En la etapa previa a la Universidad, todos estamos deseando irnos y ver otras caras, pero al final, y aunque tiene sus limitaciones, a mí me parece que tenemos una ciudad cojonuda, con perdón, para lograr una vida estable y formar una familia”.

El deseo y la realidad

Queda claro que Miriam está dispuesta a volver. La duda es si podrá. Más lejos de aquí se antoja el futuro de Jaime Bermejo, otro zamorano de la generación del 97, que estudió Bellas Artes y un máster y que ahora escucha ofertas para empezar su trayectoria laboral fuera de la provincia. “Aquí no hay nada de lo que estoy buscando”, puntualiza este joven que alude a una cuestión clave para apuntalar la fuga del talento: “En mi grupo de amigos, todo el mundo está fuera y es difícil encontrar oportunidades”. Esto le ocurre a una hornada con una formación envidiable y que pronto verá cómo sus reuniones con la cuadrilla de toda la vida se limitan a la Semana Santa y a algunos puentes. O a quedar en Madrid.

Se quieran quedar o prefieran marchar, los miembros de esta generación coinciden en que “en Zamora, no hay las mismas herramientas” que en otros lugares. Así lo expresa Ángel Hernández, un toresano que estudia último año de Farmacia y que se planta ante un momento clave para su futuro con la intención de probar suerte “en algún lugar más grande”. Si ese planteamiento se cumple, este joven se unirá a los 126.000 nacidos en la provincia que residen ahora en otro punto de España: “Aún así, cuando yo empecé la carrera, un 80% de mi entorno se veía fuera y ahora creo que estamos mitad y mitad”, aporta este futuro farmacéutico. Por algo se empieza.

La opinión de los sindicatos

Desde los sindicatos, que este Primero de Mayo saldrán de nuevo a las calles en defensa de los trabajadores, constatan que “los sueldos bajos” ofrecen pocas posibilidades a unos chicos y chicas con expectativas elevadas: “Hay algunos puestos interesantes, pero son muy específicos y de escasa rotación”, indica Ángel del Carmen, de UGT: “Lo que está claro es que resulta muy complicado pensar que quienes se marchan fuera van a volver, sobre todo si llegan al punto de formar una familia”, remacha el representante de la organización.

Por su parte, Trinidad Acebes, de Comisiones Obreras, apostilla que la carencia de un empleo de calidad afecta a las personas de todas las edades, aunque el golpe sea más visible en los jóvenes. “Muchas veces, el dinero de los fondos de compensación ha ido a otras provincias y no ha llegado aquí para corregir ciertos desequilibrios”, razona la dirigente sindical, consciente de la necesidad de industrializar la provincia y de hacerlo “desde cero” en determinadas comarcas muy dañadas. Mientras eso no ocurra, la alternativa será éxodo, oposición o atrevimiento.

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