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Los psicólogos zamoranos aprenden lengua de signos

Los psicólogos recibirán formación para “eliminar barreras” y mejorar la comunicación con los pacientes sordos

Los psicólogos zamoranos aprenden lengua de signosCedida

La comunidad de personas sordas han dado un paso más allá en el acceso a la salud mental, gracias al convenio que la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Castilla y León (Fapscl) ha firmado junto al Colegio de Psicología de Castilla y León (Copcyl) para que los psicólogos de la comunidad aprendan lengua de signos.

El objetivo principal es “eliminar las barreras de comunicación” según las palabras de Rosa Pueyo, actual intérprete de lengua de signos de la Asociación de Personas Sordas de Zamora (APSZ) de Zamora. Y es que para el colectivo de personas sordas es difícil acceder a los servicios de psicología, cuya importancia se han puesto de relieve durante la pandemia, un momento crítico para la salud mental de muchos ciudadanos.

Este convenio viene a reforzar una parte de ese cuidado de la salud”, reata Pueyo, que cuenta que hasta la fecha las personas sordas tienen que pedir un intérprete al servicio a la hora de enfrentarse a situaciones en las que necesiten plena comunicación, como es el caso de una consulta psicológica. Si no hubiera un intérprete disponible, la opción era acudir a la cita con el riesgo de que la comunicación entre terapeuta y paciente “fuera sesgada”, relata Pueyo, quién pone de manifiesto los problemas que una comprensión inadecuada pueden derivar entre ambas partes.

La firma del convenio entre ambas asociaciones es el inicio para que los psicólogos castellanoleoneses inicien una trayectoria de formación y talleres de sensibilización sobre este colectivo “tan invisibilizado”, como recuerda la intérprete zamorana. Gracias a la formación de los profesionales de la salud mental, “las personas sordas podrán acceder a la asistencia psicológica de forma autónoma, algo que facilita y fomenta su acercamiento e integración”, según ha dejado saber la Fapscl.

De momento, los objetivos más cercanos para ambas asociaciones es facilitar la comunicación “del profesional con el paciente”, para asegurar que es “lo más fluida posible”, ya que “la mejor manera de atender a una persona sorda es conociendo su lengua para que pueda expresarse abiertamente”, ha señalado Jaime Gutiérrez, presidente del Copcyl.

Estas iniciativas ayudarán a que más de 12.000 personas sordas en Castilla y León puedan ser atendidas por psicólogos con formación en lengua de signos, un paso más allá en la igualdad de accesibilidad a servicios de este colectivo, que en muchos casos no ve sus derechos equiparados a los de las personas oyentes. En Zamora, el número de personas sordas es de 474, un importante grupo de población que podrán beneficiarse de los frutos de este convenio.

La puesta en marcha de las acciones formativas por parte de ambas asociaciones también lleva aparejado la organización de otras actividades relacionadas con la violencia de género o el manejo del estrés, siempre con una visión transversal enfocada a las personas con discapacidad auditiva. Además de la formación a los psicólogos, las familias y personas del entorno de las personas sordas podrán acceder a herramientas para enfrentarse mejor “al día a día” de sus seres queridos, a quienes se les “facilitará estrategias y recursos psicológicos” para promover “su integración”.

La colaboración entre ambas entidades llega tras una pandemia que ha puesto de relieve la importancia de la salud mental, que el colectivo de personas sordas también “quiere cuidar”, como subraya Pueyo sobre el que para ellos es un ámbito más del cuidado sanitario.

Este convenio traerá consigo un río de actividades y propuesta hasta 2025, fecha en la que la colaboración vence y estará a la espera de la prorrogación. Una iniciativa para romper las barreras más allá del lenguaje y de las discapacidades.

Las mascarillas, la gran barrera comunicativa

La pandemia arrastró consigo parte de la lengua de signos, pues como relata la intérprete Rosa Pueyo, este idioma –tan desconocido para muchos– encuentra en la expresión facial un pilar “fundamental”, detalla, algo, que se ha perdido entre mascarillas. “El mensaje llega incompleto”, avisa la experta, que ejemplifica que es como si se perdiera la entonación en el lenguaje común “faltarían matices, o en el peor de los casos el significado cambiaría”, las mascarillas dificultan la comprensión de las personas sordas. “Como toda lengua, la de signos tiene diferentes parámetros”, y los labios o la expresión facial son varios de ellos, “se han perdido durante la pandemia”, lamenta Pueyo. “Las mascarillas transparentes no están homologadas”, denuncia, aunque cuando este producto salió a la venta todos en el colectivo vieron una posible solución al problema pandémico, pero tras comprobar la falta de certificados de seguridad de estos diseños transparentes, no podían arriesgarse a usarlos, y Pueyo pide compromiso a las administraciones en la homologación en pos de ayudar a las personas sordas. Para la federación, las mascarillas han supuesto una barrera más en la comunicación de las personas sordas, que se suma a la lista encabezada por bigotes y que se completa con malas vocalizaciones. El uso excesivo de la atención telefónica desde las administraciones y los eventos telemáticos han supuesto “la fatiga mental” del colectivo, según la federación, que achaca a la pandemia “pérdida de autonomía y frustración”, una factura en la salud mental de las personas.

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