Sin licencia ni empresa constructora, los propios vecinos fueron quienes, de una manera coordina, se encargaron de su construcción a lo largo de 73 jornadas entre 1984 y 1985. Nazario Ballesteros, un vecino de Santa Marta ejerció de intermediario entre el arquitecto Miguel Fisac Serna (en la foto, con casco) y el pueblo, mientras que el alcalde de entonces Isaías Galende se encargó de "coordinar todo lo que hiciese falta", describe el investigador Fermín González.