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Manzanares contra la mansedumbre

El diestro de Alicante, que salió a hombros junto con El Juli, deja lo mejor en una tarde marcada por el nulo juego de los toros, mansos en su mayoría y mal presentados en conjunto

Corrida de Toros de San Pedro

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Tres elementos son los que componen una corrida de toros. Si falla uno, se nos cae el chiringuito. Debe haber torero, evidente. Debe haber público, lógico. Y debe haber toro, básico. Ayer toreros hubo. Eso estaba cubierto. Público hubo, en la línea de los últimos años. Más de media plaza en una entrada muy marcada por el fuerte calor. Pero faltaron toros. Y sin toro, esto se cae. El toro es el centro de la fiesta. Sin toro, esto no tiene sentido. El encierro que Daniel Ruiz trajo a Zamora es difícil de defender. Pasaron cuatro toros, malos, y cabría hacer el ejercicio de preguntarse cómo eran los que se quedaron fuera. Remendó la corrida una pareja de animales de Virgen María. Lo que pudieron sacar en claro los aficionados se lo deben, por tanto, a los toreros.

Lo mejor de la tarde lo dejó José María Manzanares cuando la tarde ya anochecía. En su sexto, el único ejemplar salvable del encierro, el torero alicantino dejó detalles de su concepto del toreo. Se le vio relajado, aprovechando las embestidas de un toro que por fin acudía a los engaños y que lo hacía de una forma más o menos ordenada. La apoteosis llegó con la estocada. Mató Manzanares recibiendo dando un "puñetazo" al toro en el morillo, como tiene acostumbrados a los aficionados. Dos orejas con gritos de torero de una afición que logró resarcirse en las postrimerías de la corrida.

Hasta ese momento lo mejor había corrido también por cuenta de Manzanares con su primer toro, un ejemplar anovillado de Daniel Ruiz. Manzanares cuajó una buena faena de muleta en muchos aspectos. Pinchó para después acertar con la estocada. Oreja, pero de escaso peso.

Cortó dos orejas y salió a hombros también El Juli. En el segundo faltó un poco de todo. Como Morante minutos antes, la faena de El Juli fue perdiendo conforme avanzaba. Empezó con unos buenos derechos sin moverse del sitio, junto a los tendidos del 2, y continuó ligando derechazos a media altura que transmitían más bien poco. El toro, incomprensiblemente aplaudido por algunos aficionados en el arrastre, juntaba casi todos los defectos que puede tener un animal de su raza. De El Juli en el quinto hay que destacar su perseverancia. El toro tenía la embestida más fea de la tarde, descompuesta totalmente. Sin embargo, justo es decir que Julián anduvo con él y que, lo que le sacó, que fue poco, fue mérito total del torero. Oreja y puerta grande.

En su primero, Morante fue capaz de traer a Zamora el silencio maestrante. Dejó lo mejor en el saludo capotero, con un buen puñado de verónicas y una media que era en sí misma un cartel de toros. Muy cómodo anduvo Morante con un enemigo escaso de kilos, corto de pitones y que no destacó por nada más. Lo único que puede decirse de Morante con su cuarto toro, un ejemplar de Daniel Ruiz difícil de defender, es que lo intentó. El diestro de La Puebla del Río comenzó la faena con unos ayudados por alto de bella factura, cuyo escaso eco en el tendido solo puede explicarse en que gran parte del respetable estaba comiéndose el bocadillo de rigor. El toro, rajado desde primera hora, demostró lo sabido. Que sin toros no hay nada. Cierto es que la presencia de toreros importantes en plazas de segunda es siempre complicada, pero no menos cierto es que el espectáculo necesita de dos "enemigos" que puedan mirarse a los ojos. Ayer no hubo sensación de peligro. Faltaron toros.

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