La felicidad es posible a base de entrenamiento, de leer, de establecer un diálogo interior que destierre las creencias de que todos los problemas están en las experiencias negativas a las que se enfrenta el individuo. De esas estrategias que conducen a la vida extática y satisfactoria habla el autor del conocido libro "Las gafas de la felicidad", Rafael Santandreu, hoy a partir de las 20.00 horas en el paraninfo del Colegio Universitario en el Club de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, con entrada gratuita, para enseñar al público asistente que "Nada es tan terrible".

-Se nos venden incesantemente fórmulas para ser felices, ¿pero qué es realmente ser feliz?

-Hay muchos niveles de felicidad. El más alto es sentirse extático casi todos los días, sentir que cada pequeño detalle de la vida es maravilloso: los colores, las formas, el hecho de estar vivo, respirar aire... Y eso lo podemos conseguir todos.

-¿No confundimos la felicidad con alcanzar un estado de plenitud, de absoluta complacencia que solo es un espejismo?

-Nosotros estamos diseñados para vivir con la alegría de los perros cuando los sacas a pasear: menean la cola y saltan de gozo todo el tiempo. Esto ya lo dijo Charles Darwin: "El destino normal del ser humano es vivir en total felicidad como el resto de animales".

-Si cada persona tiene una percepción distinta de concebir y vivir la felicidad, ¿no cree que no beneficia ofrecer pautas generalizadas, como ocurre con la autoayuda?

-La manera en que nos amargamos la vida es muy parecida. Se trata de hiper-exigencias como "Necesito hacerlo todo muy bien o, de lo contrario, soy un gusano". Eso nos llena de tensión hasta el bloqueo y, al final, la depresión.

-¿Cómo nos colocamos sus gafas de la felicidad?

-Tienes que combatir la "necesititis", la enfermedad del siglo XXI: la creencia de que necesitas mucho para estar bien. Lo único realmente necesario es el agua y la comida del día. No necesitas tener pareja, hijos, un piso en propiedad, etc.

-Dice usted que la clave para ser feliz está en cambiar la forma de pensar, que en la mente está todo, un planteamiento demasiado simplificador, afirman colegas suyos.

-Como dijo el filósofo Epicteto: "no nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede". Todo está en tu diálogo interno y no en la adversidades. La prueba la tienes en que las personas más fuertes y felices cuidan mucho ese diálogo.

-¿No llevamos todos un bagaje emocional desde la infancia que condiciona nuestra forma de entender el mundo y estar en él?

-El dueño de tu mente eres tú y ahora puedes re-educarte para convertirte en alguien nuevo. Miles de mis lectores lo han hecho. Hay que esforzarse pero se puede.

-Entonces la tarea, el trabajo terapéutico va más allá de repetirnos que se puede ser feliz.

-Se trata de cambiar de filosofía a nivel radical: voltear tu sistema de valores, no necesitar casi nada, ser capaz de renunciar a todo, aceptar incondicionalmente a todos, incluso los delincuentes... Tienes que estudiar, comprender y hacer tuya esa nueva mirada del mundo.

-¿La religión puede ser una buena gafa para la felicidad o una buena fórmula para sublimar frustraciones y carencias?

-Bien entendida, tiene un corpus de creencias muy benéfico a nivel mental. Pero, como siempre, sólo vale si "vives" profundamente de acuerdo a esa mirada del mundo. Lo superficial solo arroja resultados superficiales.

-Desde ese punto de vista, ¿serían igualmente beneficiosas las terapias alternativas como el rebirthding, el reiki ...?

-Nada de eso tiene un conjunto de creencias profundas y benéficas. Sólo son técnicas de muy dudosa eficacia para conseguir unos determinados efectos.

-¿Es tan efectivo creer en un Dios como las terapias con profesionales de la psicología?

-Una creencia bien estructurada en un dios benéfico, profunda y radical, puede ser tan liberadora y armónica como la mejor de las terapias. San Francisco de Asís dijo: "Cada vez necesito menos cosas y las pocas que necesito, las necesito muy poco". No me cabe duda de que era muy fuerte y muy feliz.

-Por mucho que quiera, si no disecciono mis emociones, mi forma de actuar y comprendo qué condiciona ese modo de estar en el mundo y relacionarme con los otros, ¿no cree que mucho que lea libros de autoayuda o ponga empeño nada cambiará?

-Sí. Con solo leer libros, nadie cambia. Lo conseguirás, no obstante, aplicando su contenido de forma enérgica y perseverante.

-Conozco un terapeuta de larga trayectoria que se quedó perplejo al leer un artículo de uno de esos autores porque había gran cantidad de imperativos en el texto, "tienes que..., debes de...", en lugar de ir al origen, a las causas del malestar.

-A la gente que se queda perpleja con tanta facilidad le iría genial hacer una terapia cognitiva.

-Comienzan a surgir, con fuerza, voces de profesionales contrarias a estas formas de resolver conflictos personales mediante la autoayuda, advierten incluso de lo peligroso de estos manuales para personas con depresiones u otros trastornos psicológicos.

-Existe una mala y una buena psicología, al igual que la medicina. Mi recomendación es acudir a formas de terapia comprobadas científicamente, como lo es la psicología cognitiva. Existen más de 2.000 estudios publicados en revistas científicas que avalan su eficacia.