Del mes de convivencia con la comunidad filipina, el zamorano destaca la educación y hospitalidad de sus habitantes pero, sobre todo, su solidaridad. "Aquel que menos tiene es quien más comparte con los demás", confiesa. Un ejemplo de ello lo vivió a la salida de un restaurante, donde dieron las sobras de la comida a sus compañeras y estas se la ofrecieron a un vagabundo, "que no paró de darnos las gracias y además en seguida se puso a repartirla con otro grupo de personas", recuerda. Las diferencias entre las clases sociales "saltan a la vista". En este sentido, no es raro ver enormes centros comerciales en la capital "y a tan solo cien metros, gente durmiendo en las calles". Por otra parte, una de las cosas que más sorprendió a los filipinos cuando les habló de su ciudad y les enseñó fotografías de Zamora fue "lo limpia y bonita que estaba, porque sus calles están llenas de suciedad, aunque saben muy bien como promocionarla turísticamente", admira.