El director técnico del último proyecto de restauración de varios tramos de la muralla de Zamora, Francisco Somoza, ha explicado en una entrevista que hay que seguir protegiendo esta construcción, aunque "ahora que hay sensibilidad con el patrimonio falta más financiación".

Somoza ha detallado que el actual proyecto de consolidación y conservación en la muralla de Zamora "es muy interesante y está en la buena dirección", pero es necesario seguir actuando en otras zonas "para evitar que las partes que están deterioradas lleguen a un punto del que no se puedan recuperar".

El arquitecto zamorano ha relacionado la reflexión sobre la muralla con una más amplia sobre el patrimonio de las ciudades, "que en otros momentos de la historia ha peligrado y en muchos casos se ha destruido, algo impensable con la sensibilidad actual", que debe ir acompañada "de una financiación que ahora se está resintiendo por las políticas de control del gasto".

"Si tienes una herida y no te la curas, después la cura acabará siendo más cara. Con la muralla pasa algo parecido porque nunca va a ir a mejor, si un sector está mal y no se actúa para repararlo, ese deterioro puede acabar siendo irreversible, eso no mejora con el tiempo, al contrario", ha indicado.Somoza ha justificado que "es algo que hay que tener en cuenta, no se trata de que sea la mayor prioridad, pero tampoco dejarlo otra vez al abandono".

"No se trata de plantearlo como si prefieres que los niños tengan escuela o que haya muralla", ha argumentado el arquitecto que defiende "que los niños tengan la muralla como parte de la escuela".

Los trabajos en la muralla de Zamora comenzaron en noviembre de 2013 "y acabarán este mes de septiembre" tras la intervención en cinco tramos del área noroeste, el Portillo de la Lealtad, Peñas de Santa Marta, Cuesta de los Pepinos, Muralla de la Ronda de Santa Ana y Ronda del Degolladero.

Son parte del primer recinto amurallado, construido durante los siglos XI y XII, "con el principal objetivo de consolidar los elementos degradados, actuar en la roca siempre buscando soluciones a largo plazo para los problemas que han causado el deterioro y tratando de conservar un aspecto de continuidad", ha detallado Somoza.

El arquitecto ha explicado que la muralla se ha ido deteriorando "como fruto de perder su utilidad de construcción defensiva a partir del siglo XIX, cuando ese abandono llegó a la enajenación, porque hay tramos que se vendieron, al igual que los territorios próximos a la muralla, que generan problemas a la estabilidad del monumento, ya convertido en elemento de configuración de la forma de la ciudad, que no se entiende ya sin ella".

A ello se une "que es una roca, está a la intemperie, no es como una casa aquí todo está fuera, las condiciones meteorológicas, la intemperie, eso hace que sea más sensible".

Por ello, Francisco Somoza ha abogado por "racionalizar los usos, porque las aportaciones de aguas de los jardines o los rellenos que no está preparada para soportar la muralla, están provocando una agresión para que la construcción no está preparada".

"A nadie se le ocurriría hacer un edificio delante de la muralla de Ávila, pero en Zamora se hizo y no se trata ahora de juzgar lo que ocurrió hace doscientos años sino de buscar la manera de solucionarlo para conservar la muralla y que siga siendo un elemento esencial para la ciudad".

La muralla es "la fachada de la ciudad, hay que continuar con el programa, expropiando esas propiedades cuando se pueda y demoliendo los edificios, porque cuando eso sea un paseo junto a la muralla, con la Catedral al fondo, será un orgullo para la ciudad".

"Los muros de esta espléndida muralla han vivido en primera persona las páginas más importantes de la historia de la ciudad de Zamora y perderla sería algo irrecuperable", ha concluido Somoza.