Jacques Ogg (Maastricht, 1948) es toda una leyenda del clavicémbalo y comparte escenario con su amigo Wilbert Hazelzet (traverso) desde hace cuarenta años. Juntos interpretarán "desde el alma" el último concierto de Domo Musical que tendrá lugar el próximo viernes en la Catedral, a las 22.00 horas. (Entradas disponibles en el Museo Catedralicio). Intérprete, profesor y amante de este instrumento tan peculiar Jacques Ogg es una persona cercana a España y a Zamora a través de sus clases magistrales en Salamanca.

-¿Cuáles fueron sus primeros pasos como músico?

-Comencé a tomar clases de piano cuanto tenía solo seis años. Me encantaba practicar y escuchar música clásica en la radio.

-¿Por qué se decantó por el clavicémbalo¿ ¿No se sintió tentado de tocar otros instrumentos?

-Cuando tenía 15 años, toqué el clavicémbalo por primera vez y sentí amor hacia este instrumento: ¡una pasión que aún define mi vida! ¿Otros instrumentos? También he tocado el pianoforte, precursor del piano moderno, y el clavicordio. Siempre me ha encantado tocar el órgano, principalmente en bajo continuo. Instrumentos como flautas o violines nunca me han tentado para aprender a dominarlos: ¡Son maravillosos cuando los tocan mis colegas!

-A lo largo de su vida, ha tocado con multitud de músicos de prestigio, ¿con quién se ha sentido más a gusto?

-Wilbert Hazelzet y yo hemos tocado juntos durante más de cuatro décadas, ¿hace falta que dé más pistas?

-Háblenos de la Orquesta del Siglo XVIII y de su paso por la formación.

-Toqué en la Orquesta del siglo XVIII entre 1988 y 2008. Frans Brüggen es un director muy inspirador, y los intérpretes en esta orquesta tienen una calidad excepcional. Cada gira fue un nuevo desafío, cada concierto fue especial como cualquiera puede escuchar en los muchos trabajos en directo que se editaron.

-¿Se siente cómodo con su faceta como profesor en el Conservatorio Real de La Haya?

-Enseñar es maravilloso. El Conservatorio Real de La Haya tiene uno de los más grandes departamentos de música antigua del mundo. Esto atrae a los estudiantes de todas partes, y el nivel exigido es muy alto. A menudo, los estudiantes que tienen un máster o un doctorado en su país vienen a La Haya para desarrollar su especialización y conocer a otros estudiantes. Me siento realmente valorado por mis estudiantes y compañeros.

-¿Qué intenta transmitir a sus alumnos en las clases que ofrece en diferentes países?

-Cada estudiante es diferente, cada uno tiene un talento especial y aprende en una "curva" diferente. La técnica para aproximarse al clavicémbalo es muy sutil: para interpretar esta música es necesario tener varias "herramientas" especiales. La mayoría de lo que enseño puede encontrarse en los tratados de los siglos XVII y XVIII. Naturalmente, el trabajo diario en el Conservatorio es diferente de las clases magistrales. Intento dar a los estudiantes información que les puede ayudar a desarrollar su independencia a lo largo de los meses entre los cursos esporádicos.

-Háblenos de su vinculación con la Universidad de Salamanca y la Academia de Música Antigua.

-Durante unos veinte años he sido invitado para enseñar en los cursos de verano como este año en la edición de Zamora. Hasta hace poco también he venido dos veces al año a Salamanca para enseñar en cursos de fin de semana: esto se ha parado por razones financieras, algo que encuentro muy triste. El trabajo visionario de Bernardo García Bernalt y Luis Barrios ha cambiado el horizonte a muchos jóvenes estudiantes españoles. También he tenido el placer de trabajar con la Orquesta Barroca en la grabación de los Conciertos para Clavicémbalo y la Orquesta Goldberg, y en varios programas de conciertos.

-Como estudioso de la música antigua, ¿qué cree que es lo más importante en la interpretación?

-La música debe interpretarse desde el alma, no como un pájaro que ha aprendido un truco.

-¿Cómo eran los clavicémbalos originales de hace siglos?

-Había varios tipos de clavicémbalo. Cada región presenta características especiales en la construcción. En función de la clase de madera, la moda y la experiencia que el artesano podía adquirir aprendiendo de un maestro constructor. La música de 1550 necesita un clavicémbalo diferente que el repertorio de 1770. La música escrita en Francia suena mejor en un instrumento francés, ya sea el original o una réplica. Lo mismo para el italiano, alemán, inglés o el repertorio ibérico. Podemos compararlo con la cocina: uno quiere los ingredientes adecuados para cada plato. ¿Una paella con patatas? Prefiero el arroz?

-¿Qué le parece la iniciativa Domo Musical y el ciclo de conciertos en la Catedral de Zamora?

-Es maravilloso hacer música, de cualquier clase, accesible para las audiencias. Aprecio enormemente esta hermosa iniciativa.