El buen tiempo, el resurgimiento de las tradiciones, especialmente las vinculadas a las romerías de primavera, el templo románico del Santo Sepulcro, que luce como nunca tras su espléndida restauración y el patronazgo sobre los barrios de la margen izquierda del Duero fueron algunos de los factores que explican la gran concurrencia de fieles a la procesión de la Virgen de la Guía.

«Es el año que más gente ha venido, esto está hasta la bandera, estamos desbordados», decía feliz el presidente de la Cofradía, Javier Riego Ferrero, una vez terminada la procesión, cuando los participantes en la fiesta degustaban embutido y vino y se estaba preparando el sorteo de dos jamones: uno entre los hermanos de la agrupación de fieles y otro entre los compradores de las boletas para la rifa, una forma como otra cualquiera de captar algunos fondos para el funcionamiento ordinario de la hermandad.

A las once de la mañana comenzaba la misa oficiada por los párrocos de San Frontis, a los que pertenece el templo del Sepulcro, José Ángel Rivera de las Heras y Román Sastre Sastre, quienes aludieron a la vinculación del mes de mayo con la Virgen María. Como ocurre siempre, el pequeño templo no permitió albergar a cuantos querían oír la misa, a la que siguió la novena.

Terminados los actos religiosos comenzó la procesión, formada por los pendones iniciales, acompañados por los ocho mayordomos, cuatro mujeres y cuatro hombres que se designan por antigüedad entre los 650 hermanos. Un sistema, indica Riego que quizá en un futuro haya que variarse debido a que el número de mujeres es mucho más elevado que el de varones.

A éstos seguían las largas filas de hermanos, endomingados, con sus medallas identificativas al cuello: sujetas por un cordón verde, en la medalla se representa a la Virgen de la Guía, así como una corona que acredita a la hermandad como Real Cofradía. Al ritmo que marcaban los integrantes del grupo de flauta y tamboril los cargadores marchaban con la imagen, sobre una mesa que representa al Puente de Piedra, precisamente hasta este viaducto peatonal sobre el río, desde donde la comitiva regresó hacia el templo de partida. A la Virgen la acompañaban los directivos, representantes del resto de las cofradías de gloria de Zamora, así como representantes de Diputación y Ayuntamiento.

Terminada la procesión se convidaba a chorizo y vino a los presentes y actuaba el grupo folclórico provincial por excelencia Doña Urraca, para disfrute de todos los presentes.