La irrupción de Internet y el acceso a los nuevos dispositivos digitales han facilitado la promoción de tradiciones como la Semana Santa. Sin embargo, ningún medio ha tenido hasta la fecha la capacidad de difusión de Televisión Española, que vuelve el próximo año con sus cámaras para dar respuesta a la demanda de los zamoranos, siempre escépticos el eco de los medios nacionales hacia una celebración que se lleva tan dentro.

Fue en el estreno de la Feria de Turismo de Interior en Valladolid, cuando el presidente de la Junta pro Semana Santa, Antonio Martín Alén, anunció el ansiado regreso de la televisión pública para retransmitir en directo las tardes del Jueves y Viernes Santo y en diferido el resto de procesiones a través de La 2 y el Canal Internacional. Las nuevas emisiones se sumarán a la media docena de ocasiones que TVE ha visitado la ciudad durante el último medio siglo, experiencias plagadas de anécdotas y momentos entrañables.

Recién estrenada la segunda cadena, la televisión pública visitó por primera vez Zamora en 1967. A la Semana Santa local le llegaba el turno después de Málaga o Sevilla, incluidas en la política del ente de llevar a los hogares españoles la celebración de una ciudad relevante cada año. Fue una Pasión aún en blanco y negro que heredaba la estética del célebre noticiario No-Do. Entonces la fortuna se alió con el Miércoles y el Jueves Santo y, en concreto, con las procesiones del Silencio, Las Capas, la Vera Cruz y el Yacente. Los responsables de las cofradías adaptaron algunos de los itinerarios a las exigencias del guión televisivo. La Hermandad de Penitencia, por ejemplo, buscó (y encontró) la plasticidad de la plaza de la Catedral.

La voz del histórico David Cubedo, primer presentador del Telediario español, acompañó también la procesión de Jesús Nazareno de regreso de la avenida de las Tres Cruces, aunque esta vez en diferido.

El siguiente capítulo televisivo tuvo lugar en 1971. El Santo Entierro marchaba ante el objetivo de TVE por las calles de la ciudad. Los responsables de entonces pensaron que Zamora saldría aún más lucida incorporando los grupos escultóricos de La Crucifixión y La Agonía. Pero hubo más. Aquel mismo año, La Congregación estrenaba Las Tres Marías de Hipólito Pérez Calvo. Los cargadores que habían mostrado por la mañana la obra sin policromar del imaginero zamorano prolongaron el esfuerzo por la tarde.

Recién estrenada la declaración de interés turístico internacional (1985) la televisión quiso volver a recoger en 1988 la tarde oficial, la del Viernes Santo. Pese a las cámaras (o especialmente por ello) la ciudad se echó a la calle y abarrotó el itinerario de terciopelo negro. La popular locutora Marisa Naranjo -que un año más tarde dejaría sin uvas de Nochevieja a la España peninsular con aquella célebre pifia- contó el discurrir de la procesión desde la plaza de Viriato hasta la Catedral. De nuevo las cámaras mandaban y fue suprimida la por entonces tradicional subida hasta la calle Benavente.

Pero sin duda, en 1997 llegaría uno de los mejores momentos de la Semana Santa zamorana, inicio también de su inminente declive. La Junta de Fomento impulsada por el alcalde Ursicino Álvarez cumplía un siglo y lo festejaba con la visita de los Reyes y un encuentro con las otras cuatro celebraciones de mayor prestigio entonces: Sevilla, Málaga, Cuenca y Valladolid. Como broche, la emisión de los desfiles de la Vera Cruz -en el regreso nocturno al Museo y bajo potentes focos- y Jesús Nazareno, que reforzó la procesión con Jesús Caído, el Cristo de las Injurias y La Lanzada.

Cruzado el milenio, las visitas han menguado. En 2001, TVE le contó a todo el país en qué consistía el impactante Juramento del Silencio con los comentarios de Daniel Pérez y Luis Felipe Delgado. Este último repetiría dos años después (2003) junto al fallecido Vicente Díez y a José Ángel Rivera (próximo pregonero) en la salida de la Hermandad de Penitencia del templo románico de San Claudio de Olivares. El Canal Internacional llevó la emoción y hasta las lágrimas a los zamoranos de Colombia o Argentina. La historia prueba que la Pasión se crece ante el objetivo.