Joven pero bien curtida en el baile de mujer, a pesar de no haber cumplido la treintena. Esta madrileña precoz orientada por actitud y aptitud para el baile flamenco está llamada a marcar toda una época en esta difícil pata de lo jondo. Su sólido inicio académico en el Real Conservatorio Profesional de Danza de Madrid, para posteriormente -con 19 años- seguir formándose en la Compañía Andaluza de Danza bajo la tutela de Cristina Hoyos y participar en espectáculos coreográficos representados en escogidos escenarios del planeta, la consolidan definitivamente.

Ser semifinalista en La Unión es de por sí un premio. Pasar a la final del sábado y dejar la fuerte sensación en el numeroso público asistente de que se han hecho méritos para alzarse con El Desplante, es más que un premio de consolación. El resto es decisión del jurado, y por lo tanto nada que discutir, solo acatar democráticamente. Pues esto es lo que ocurrió con Guadalupe Torres en la quincuagésima edición del Cante de Las Minas, en aquella en la que se alzó con La Lámpara Minera Miguel Ortega, el día después de actuar en la XII Noche Flamenca de Villaralbo, crónica que titulé en este mismo diario: «De Villaralbo al Olimpo».¿Lo recuerdan?

Por todo ello, hay que reconocerle a la programación del Teatro un merecido acierto al poder contar con presencia tan señalada.

Pero hay más. El cantaor de Córdoba Antonio Flores Cortés, Rubio de Pruna, acompañado por la sonanta de Antonio Moya, abrirán la noche. El cordobés es cantaor largo con buen dominio, tanto de los cantes de más profundidad jonda, como de los festeros. Tiene un marcado sentido del compás por lo que es demandado por primeras figuras del baile, sin embargo también se prodiga, y muy bien, cantando para adelante como seguro hoy pondrá de manifiesto sobre el escenario de nuestro teatro. Recientemente ha participado en una interesante grabación colectiva titulada: «Flamencos de Morón ¡Puro y vivo!»

Sin duda otra velada para no perdérsela. Y, si no, al tiempo.