Los magistrados de la Audiencia Provincial deciden hoy la ampliación de la prisión provisional para el único procesado por el crimen del joven de 23 años hallado muerto por un cazador en un monte de Villalpando el 9 de enero de 2011. La revisión del auto de reclusión provisional se produce al estar a punto de cumplirse el plazo máximo de reclusión del imputado, dos años, que permite la Ley hasta que tiene lugar el juicio. Al no haberse señalado todavía la fecha del juicio con jurado, la Audiencia debe tomar una decisión respecto del mantenimiento del auto decretado en su día por la juez de Benavente que investigó el caso. Con toda seguridad se inclinará por mantener al imputado, un vecino de esa localidad con antecedentes penales, en la cárcel hasta que tenga lugar la vista oral y se dicte sentencia, dada la entidad de las acusaciones formuladas por el Ministerio Fiscal, homicidio.

El vecino de Benavente se enfrenta a la petición de 13 años de prisión por la muerte del joven rumano, cuyo nombre responde a las iniciales de A.V., y otros dos más por tenencia ilícita de armas, condena que solicita la Fiscalía. Su abogado exigirá su absolución por falta de pruebas directas.

La familia del finado, que no se ha personado en el procedimiento e incluso anunció que abandonaba España «por miedo» a represalias del «entorno del arrestado», aseguró a los pocos días del crimen que el móvil del asesinato estaba relacionado con el tráfico de drogas. La muerte se produjo la misma madrugada del día 9 de enero de 2011, de acuerdo con los resultados de la autopsia, que apuntaron como causa del crimen la detonación de una pistola a muy corta distancia en la parte inferior de la oreja derecha, lo que viene a denominarse tiro de gracia.

La familia del joven, que había llegado a España hacía dos años y medio, según el testimonio de sus hermanos, afirmó que «nunca tuvo problemas con nadie» y sostuvo que el procesado acabó con su vida porque obligó al ciudadano rumano a transportar dos kilos de cocaína hasta Madrid en autobús. Pero en realidad la víctima nunca habría llegado a Madrid porque el acusado le habría indicado que abandonara el vehículo en otra parada, en la que supuestamente le habría recogido para regresar a Zamora con la droga, según la familia del fallecido.

Una vez en Benavente, el único imputado en el crimen simularía ante quienes esperaban en Madrid la cocaína que el joven rumano había huido con ella y, de ese modo, habría podido apropiarse él mismo de los dos kilos. Ejecutaría al finado, al que conocía porque sus respectivas parejas eran amigas, para poder mantener esa versión falsa, de acuerdo con el testimonio que facilitó la familia del finado. El cadáver del rumano apareció bajo un árbol en el monte «Los Campos», donde la perra de un cazador lo descubrió. Allí llevaba varias horas tras fallecer. Y en las inmediaciones del lugar la policía judicial halló huellas de los neumáticos de un vehículo, en el que su asesino habría trasladado el cuerpo sin vida desde el lugar en el que le dio muerte. La familia del joven afirma que fue en la propia casa del acusado.