La Fundación Santa María la Real es una de las instituciones más importantes del mundo en el estudio, divulgación y puesta en valor del arte románico. Cuando el redescubrimiento del claustro de Palamós tomó los medios nacionales, muchas miradas estaban puestas en el centro de Aguilar de Campoo, que acudió a la única visita que se ha realizado a la finca de Mas del Vent para inspeccionar el bien. Además de su presidente, el arquitecto José María Peridis, acudió Jaime Nuño, director del Centro de Estudios del Románico en la fundación. Lejos de un juicio apresurado sobre la autenticidad de la galería, Nuño llama a la calma para realizar una investigación pausada. De paso, apoya la labor del historiador Gerardo Boto, el experto que puso el foco de la actualidad sobre el claustro que el anticuario zamorano Ignacio Martínez comercializó en los años treinta del pasado siglo.

—Ante la irrupción del claustro de Palamós en los medios, ¿cómo reacciona la Fundación Santa María la Real?

—Ya conocíamos la obra por su publicación en la revista de Amigos del Románico. Tenemos muy buena relación con Gerardo Boto, que incluso desarrolla un curso de arte medieval en la fundación. Él lo da a conocer, todo se queda ahí y, de repente, irrumpe en la prensa nacional. Cuando supimos que los propietarios permitirían una visita a la prensa, asistí junto a José María Peridis, el presidente de Santa María la Real, e intenté tomar todas las fotografías posibles.

—¿Cuál fue su primera impresión?

—Si me piden una opinión rápida, yo digo que es un claustro bueno con algunos añadidos bastante evidentes. ¿Puede ser una falsificación? Puede serlo, pero muy buena, pensada por alguien que conoce perfectamente el románico, algo complicado en los años treinta. Debemos darnos un tiempo para estudiar la iconografía e identificar posibles anacronismos. Yo recomendé hacer análisis petrológicos para conocer el origen de la piedra, y también de las pátinas y de los pólenes para saber cuánto tiempo ha dado vueltas por ahí.

—No sale con una conclusión clara de la visita€

—Mi primera impresión es que la obra es buena, pero la historia no se basa en «un vistazo simple». Si vas al médico y te diagnostican hepatitis solo porque tengas la cara amarilla, nadie se fiaría ya que puede ser un síntoma de otra enfermedad. El claustro está descontextualizado y llama la atención que no haya habido noticias de una galería tan grande. Además, hay influencias de muchos sitios, desde San Juan de la Peña a Salamanca y desde el sur de Palencia hasta el entorno de Silos. Todo esto nos lleva a una duda razonable. Es necesario hacer pruebas para determinar si es falso y, si es verdadero, habrá que saber de dónde procede. Sin datos, solo habrá especulaciones.

—Queda claro que emitir un juicio sobre la autenticidad de la obra es muy complejo, ¿verdad?

—Fotografiar un claustro durante hora y media es distinto que estudiarlo. Solo cuando me di tiempo ante el relieve del castillo, el añadido más evidente, pude comprobar que está hecho de nuevo. Hay aspectos que apuntan a la autenticidad y otros, sin embargo, a la falsedad. A los historiadores se nos pide un diagnóstico inmediato y si acertamos solo es porque tenemos un cincuenta por ciento de posibilidades. Antes de decir un sí rotundo, hay que analizar y resolver las dudas.

—¿Qué pruebas necesitamos para saber con rotundidad si el claustro es una obra medieval? ¿Son los estudios petrológicos la clave?

—Los estudios petrológicos solo nos dirán de donde procede la piedra. Si conocemos el origen, podremos establecer que fue edificado en un radio de unos treinta kilómetros por las dificultades del transporte que había en la Edad Media. Por ejemplo, sería extraño que la piedra se localizara en Madrid o Toledo. También se ha hablado de Villamayor, pero Salamanca no era una zona de grandes monasterios para tener un claustro de estas características. Todo apuntaba al origen de los grandes monasterios, como San Pedro de Gumiel de Izán (Burgos). Yo mismo lo pensé, pero no encaja porque allí no hay ese tipo de material. Si las canteras son de un sitio extraño, es un argumento a favor de la falsedad.

—¿Qué información nos pueden dar las pátinas y las marcas de las piezas?

—Tenemos que estudiar las pátinas para saber qué elementos orgánicos e inorgánicos hay dentro de los capiteles. Si se han tratado de falsificar con un ácido, tal vez se pudiera detectar. Podremos ver, asimismo, coloraciones artificiales. Deberíamos también estudiar la erosión para saber si está descompensada. Por último, también he dicho que sería bueno hacer análisis de pólenes y restos de tierra para saber en qué sitos ha estado.

—También se han emitido juicios sobre la superficie de la piedra tallada, ¿qué elementos se utilizaban en la Edad Media para trabajar?

—En época románica, se utiliza la escoda o trinchante en los sillares. Se trata de un hacha que tiene un filo por un lado y una punta o pico en el talón. Le dan hachazos a la piedra como si fuera un taco de madera porque el material es muy blando cuando sale de la cantera. Esta herramienta deja unas marcas muy características que se pueden apreciar si la erosión no las ha borrado. Este registro no se aprecia en Palamós ni en los sillares antiguos ni en los modernos, algo que nos impide emitir un juicio.

—Usted ha pedido tiempo para el historiador Gerardo Boto€

—Entiendo que los medios quieran respuestas rápidas y sencillas, pero Gerardo Boto, a quien corresponde realizar el estudio, necesita tiempo. Ha recibido mucha presión para que se mojara de alguna manera. Parece que si eres prudente y no das respuestas taxativas se puede entender que no tienes la suficiente categoría como investigador. Es todo lo contrario: cuando alguien con un simple vistazo dice sí o no, creo que debemos desconfiar. Los buenos historiadores son personas prudentes que prestan más tiempo a los elementos que menos encajan con la línea de la investigación. Los malos esconden lo que no les cuadra. Yo pensé en Gumiel de Izán desde el principio y ahora pienso que hay muchos elementos que no casan, ahí hay otra mano.

—El experto en arquitectura medieval Merino de Cáceres ha hecho pública una sólida investigación en la que apunta a una reproducción ideada por el anticuario zamorano Ignacio Martínez. ¿Qué le parece su argumentación?

—Me da la impresión de que ninguno de sus argumentos es definitivo. Por ejemplo, dice que está mejor conservado en Madrid que en la actualidad siendo de origen medieval. Debemos tener en cuenta que un claustro expuesto al aire y al agua de la lluvia, sin ningún tipo de protección, ni en Madrid ni en Palamós, el deterioro ha podido ser mucho más rápido en estos años que en siglos anteriores.

—Merino de Cáceres pone en cuestión que alguien trasladara el claustro para montarlo en otro sitio y poder así fotografiarlo y promocionar su venta€

—La familia del restaurador que montó la galería declaró que la intención del anticuario era venderlo en Estados Unidos y ya se ha hablado de la relación de Ignacio Martínez con Arthur Byne. Puede que el negocio no se hubiera cerrado por la muerte de Byne y Martínez se quedara con el claustro y sin la operación hecha. Si estuvo veinte años en Madrid es porque no encontró comprador. A mí lo que me parece absurdo es que se levante la tapia de la finca de Ciudad Lineal más de un metro para proteger algo que no es auténtico. Si el claustro de San Juan de Duero de Soria lo encontramos en otro sitio, diríamos que es falso por su originalidad. Y sin embargo, sabemos que es verdadero.

—Ningún catálogo monumental de la época recoge información de la galería. Parece difícil que una obra así pasara desapercibida€

—Del claustro de San Pedro de Gumiel de Izán no se conoce nada, ni siquiera un dibujo, pese a que fue un gran monasterio.

—¿Por qué cree que toda España ha puesto sus ojos en Palamós estas últimas semanas?

—Hay varios factores. Por un lado, la Edad Media está de moda, es una época que atrae. El románico ha promovido la creación de gran cantidad de páginas en Internet. Asimismo, de ser bueno, el claustro de Palamós sería de lo mejorcito que hay en España. Como tercera reflexión, queda claro cuál es el poder de la prensa diaria. La revista Románico publicó la información de esta obra y pasó desapercibida. Solo cuando la prensa nacional lo saca en portada, adquiere la dimensión actual.

—El claustro ha puesto el foco en la despreocupación por conservar el patrimonio de la sociedad de principios del siglo pasado y cómo eso ha cambiado en la actualidad, ¿no cree?

—Entre la época de la desamortización y mediados del siglo XX se hicieron barbaridades inimaginables. El diccionario de Pascual Madoz, de mediados del siglo XIX, dice que las Murallas de Ávila estorban al crecimiento de la ciudad. Para los políticos de aquella época, todo lo que sonaba a Edad Media les recordaba al antiguo régimen y a la opresión señorial. Apostaban por eliminar los testimonios, pero así no acabas ni con la historia ni con el sufrimiento de la gente en aquella época. Por destruir el Valle de los Caídos no se va a acabar con el dolor de quienes murieron allí. Estamos demasiado acostumbrados a destruir y lo que hay que hacer es tener todo presente. Quien ignora la Historia está condenado a repetirla.

—Frente al descuido y al olvido florecen ejemplos como el de Zamora, que actualmente restaura buena parte de su patrimonio románico. ¿Qué reflexión conviene hacer?

—En cada una de las piedras de Zamora hay algún gen de nuestros antepasados. Es nuestra cultura, la forma de vivir, de construir las casas, la de rezar, de enterrarse€ De relacionarse en sociedad. Las iglesias fueron hasta después de la Edad Media verdaderos ayuntamientos, puntos de información, de mercado€ Fueron el elemento regidor de la vida durante muchos siglos. Ser conscientes del valor que supone todo eso que nos hace a nosotros mismos como personas es fundamental. Debemos aprender a conservar todo eso, pero también a divulgarlo.

—Santa María la Real hace una labor impagable en la puesta en valor del patrimonio. ¿Cómo juzga los primeros meses de desarrollo del portal Románico Digital?

—Estamos satisfechos porque estamos consiguiendo los dos objetivos marcados. El primero, construir la gran base de datos del románico español y europeo. También queremos que Románico Digital debe ser el gran punto de encuentro de los especialistas y aficionados en torno al patrimonio medieval. Nuestras enciclopedias llegan a 1.500 bibliotecas, mientras que la web llega a todo el mundo y esto es fundamental para enriquecer nuestra base de datos.