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El Juzgado de lo Penal de Zamora coloca la primera pulsera a un maltratador

La mujer, que tendrá protección hasta junio de 2012, declaró su temor porque el individuo pueda vivir en la misma ciudad que ella cuando lo excarcelen el día 30

El Juzgado de lo Penal de Zamora coloca la primera pulsera a un maltratadorDavid Rodríguez y Faro de Vigo

Sólo le queda cruzar los dedos para que el sistema GPS que detectará la aproximación de su maltratador no falle. Esta joven de 35 años manifestó estar aterrada ante la próxima excarcelación del que fuera su marido, quien la golpeó y la vejó prácticamente desde que se casaron, cuando ella tenía 18 y el 20 años. Ayer el Juzgado de lo Penal de Zamora colocó la primera pulsera a un condenado por violencia de género, que cumplirá un año de reclusión en Topas el 30 de noviembre. La mujer dispondrá de este sistema de seguridad hasta junio de 2012, cuando expira la orden de alejamiento.

«¿No pueden mandarle fuera de España?» Esa fue la pregunta que lanzó ayer al fiscal de Violencia de Género la primera mujer víctima de maltrato que se beneficia en Zamora del dispositivo de seguridad GPS que le alertará cuando su ex marido se le aproxime a menos de 300 metros, los impuestos por el Juzgado de lo Penal cuando le condenó a un año de prisión por agredirla.

La inminente excarcelación del violento, el 30 de noviembre, llevó a la juez a determinar su traslado desde la macroprisión de Topas para colocarle en un tobillo la pulsera, un transmisor ajustado al cuerpo que permitirá conocer en todo momento sus movimientos y su posición cuando esté en libertad. No se la podrá quitar hasta el nueve de junio de 2012, cuando cesa la medida de alejamiento.

En ningún momento víctima y maltratador entraron en contacto: A él le colocaron el dispositivo en los calabozos de la sede judicial para mayor seguridad, puesto que la ofician del Juzgado de lo Penal es demasiado espaciosa. En ella fue atendida primero la mujer, de 35 años, con cinco hijos de entre 5 y 19 años, casada a los 18 y recibiendo palizas constantes, «me pagaba todos los días, a los niños también», manifestó a preguntas de este diario.

«Tengo miedo, es muy agresivo», añadía esta mujer rumana en su precario español en el breve relato que hizo de su relación con quien ejerció la violencia machista desde casi el inicio de su relación. Ese temor se extiende, dijo, a la familia del hombre, de 37 años, incapaz de admitir que la mujer se haya rebelado contra esa situación de sometimiento y vejaciones. Por eso no quiere dar el nombre ni accede a que se le haga una fotografía de espaldas, sólo deja captar una imagen de detalle de su mano recogiendo el GPS.

«No me dejaba salir de casa y llegó a secuestrarme durante cinco días. Me cortó el pelo...», traduce el joven que la acompaña para hacer de intérprete entre el fiscal, la funcionaria que toma nota de la entrega del equipo telemático, «Unidad de Control Cometa», y los operarios de la empresa.

Su particular martirio terminó el día que su hijo mayor decidió acudir a la Guardia Civil para que ayudara a su madre y detuviera a su padre por agredirla y no dejar que abandonara el domicilio familiar. Los agentes se personaron en la vivienda para rescatar a la mujer y arrestar a su marido.

«Él es un borracho, no trabaja. Llevaba muchos años pegándome», añade. Pero el maltratador podrá vivir en Benavente cuando salga del centro penitenciario, le aclaró el fiscal de Violencia de Género, ante un gesto de preocupación de la joven, que tiene pendiente por resolver «otra denuncia». A la celebración del juicio por esa causa tendrá que esperar para ver si el juez toma medidas más restrictivas que la permitan liberarse del todo de la amenaza del violento. Esa fue la respuesta del fiscal cuando la mujer, mientras se formalizaba la entrega del sistema GPS, hablaba con él y mostraba su inquietud ante la inmediata puesta en libertad de su ex esposo.

Ahora sólo le queda esperar que el seguimiento telemático de alejamiento funcione. Que la alarma de su GPS salte si él invade los 300 metros de distancia y que el centro que lo detecta en Madrid no falle.

La víctima recibe un equipo con un dispositivo GPS de alerta en movimiento que proporciona una alerta sonora, visual y/o de vibración cuando el transmisor del inculpado se encuentra dentro de los metros que se le han impuesto de alejamiento, 300 en el caso de la zamorana que lo recogió ayer en el Juzgado de lo Penal. Cuando la señal del transmisor del inculpado se detecta en el GPS, éste envía una alerta de pánico al centro de control; la víctima también puede pulsar un botón que se convierte en una llamada a un número de emergencia. La policía actúa de inmediato.

Para el violento

Una correa ajustada al tobillo o muñeca del maltratador, que resulta muy difícil romper, detecta cualquier manipulación que se intente hacer, de modo que saltaría inmediatamente una alarma en el centro de control si se retirase. Es un dispositivo de rastreo y emite señales de radiofrecuencia que mantienen localizado al maltratador.

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