Acababa de cumplir 80 años. Y era un antropólogo, un filósofo, un humanista del pueblo llano. Francisco Rodríguez Pascual, Misionero Claretiano, falleció ayer en Salamanca. El funeral por el religioso de Carbajales de Alba, que fue profesor de la Universidad Pontificia y colaborador de este periódico, se celebrará hoy, lunes, a las 17 horas, en la iglesia parroquial de San Sebastián, de la capital salmantina. Posteriormente, sus restos mortales serán inhumados en el cementerio de San Carlos Borromeo.

La última comparecencia pública de Rodríguez Pascual en su tierra ocurrió el 28 del pasado mes, cuando presentó el libro "Milagros de Santa María", con textos pertenecientes al "Liber Mariae" de Juan Gil, franciscano del siglo XIII, maestro de Teología y polígrafo. Ese volumen se incluye en la Colección de la Biblioteca de Cultura Tradicional Zamorana, y la edición había sido preparada por el religioso y antropólogo. Después confesaría, ilusionado, sus proyectos bibliográficos a esta diario.

«Su muerte causa sorpresa por el desenlace tan rápido de la enfermedad», apuntó Agustín Montalvo, antiguo compañero de claustro en la Universidad Pontificia, quien mantenía una relación amistosa con Francisco Rodríguez Pascual. «Se trataba de un enamorado de su tierra, Alba, y también de Aliste. Estudió, sobre todo, las tradiciones religiosas. Se trataba de un lector empedernido, de autores españoles de los siglos XIX y XX. Disponía de una gran cultura y erudición», añadió el párroco de San Lázaro y ex vicario general de la diócesis. Como profesor de Antropología Cultural, prosiguió, «su aportación al análisis de Zamora y la zona de Tras os Montes resultó muy importante. Por lo que hizo y porque despertó del interés por el estudio de esos asuntos». Destacó, asimismo, la entereza «con que afrontó su enfermedad, y eso es obra de la fe. Sobrellevó el dolor y el final con gran serenidad».

En la actualidad, era profesor-tutor en la UNED zamorana. «Estuvo en la creación, desde el primer momento, del centro. Y su apoyo resultó importantísimo para la instalación de la carrera de Antropología Social y Cultural», explicó Juan Andrés Blanco, director del establecimiento docente. «Su despacho constituía un punto de visita de expertos. Se trataba de un hombre de gran formación, un archivo vivente, un polígrafo. Además, «fomentó la recogida y la investigación de los testimonios personales en varios países», como Brasil y Argentina. Al término de cada curso académico, decía a Blanco Rodríguez: «El próximo año sigo». Sindo Froufe, también profesor-tutor, lo califica como «un zamorano que luchó y defendió su tierra como nadie. Y, también, conocía como nadie la cultura tradicional zamorana en su aspecto científico». Tras recuperarse de la sorpresa, exclamaba: «era un enciclopédico, un ilustrado». Y, asimismo, «un ejemplo de vocación sacerdotal».

Rodríguez Pascual formó parte del tribunal que juzgó la tesis doctoral de Antonio Cea. Posteriormente, los dos investigadores colaboraron. «Hicimos cosas en común». Le llamaba todas las tardes, excepto los fines de semana. Y la última vez, el jueves, «percibí algo raro en su voz». Sorprendía, explicaba, «su vitalidad. No aparentaba la edad que tenía. Estaba muy entusiasmado con la edición de un libro con las fotos zamoranas de la Escuela Madrileña de Cerámica». Cree que el autor de las "Hojas de Cultura Tradicional Zamorana" (1990-1997) constituye «un hito para Salamanca y la Universidad Pontificia, pues logró que la Antropología tuviese un puesto. Fue un pionero en muchas cosas. Su labor: enorme». Cea, investigador del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), apostillaba: «Es una gran pérdida para la Antropología y para el Antiguo Reino de León».

La emoción entrecortaba las palabras de Juan Manuel Rodríguez Iglesias, profesor y filólogo, el colaborador más cercano de Rodríguez Pascual en los últimos tiempos. «Una persona muy creyente, generosa, amante de su patria chica y de su patria grande (España, y tenía la oferta de una institución para publicar un libro sobre ese asunto), maestro (sobre todo, por el método y su exposición), trabajador, crítico en la política...y el referente de la cultura tradicional zamorana, por lo recopilado y lo analizado». Después reseñaba algunos aspectos. «Yo conservo todos sus artículos. Los estábamos organizando desde 1987. Hicimos un pacto: lo de uno era del otro, y a la inversa». Laboró hasta los últimos días, en el hospital. «Hasta el pasado miércoles», cuando preparaba un prólogo sobre los fondos documentales para un estudio sobre Cañizal. Rodríguez Iglesias recuerda que no se adscribía ni a la izquierda ni a la derecha. «En el Régimen pasado, sufrió una especie de prisión domiciliaria en Segovia»... El religioso carbajalino nunca alteró su estilo: sencillo y claro en la exposición. Sencillo y claro en la actitud.