La ermita de Tagarabuena, en peligro

Las humedades provocan el desplome de la cubierta del humilladero y obligan a desmontar la espadaña y a retirar la campana

Operarios se disponen a retirar la campana alojada en la espadaña de la ermita de Tagarabuena. | Cedida

Operarios se disponen a retirar la campana alojada en la espadaña de la ermita de Tagarabuena. | Cedida / María Jesús Cachazo

Los problemas de humedades acumulados a lo largo de los últimos años han provocado el hundimiento de las cubiertas de la ermita o humilladero de Tagarabuena, un pequeño templo de "gran valor sentimental" para los vecinos del barrio.

El profesor de la Universidad de Valladolid y ecónomo del obispado de Zamora, José Manuel Chillón, explicó que el deterioro de la ermita del siglo XVII había sido detectado "hace tiempo", pero con el paso de los años se ha agravado por la "acumulación de humedades".

En principio, el origen del problema radica en el campanario del templo, añadido a principios del siglo XX, y que impedía "la bajada" del agua de lluvia provocando que se acumulara en el tejado y que, finalmente, ha propiciado su reciente desplome.

Daños en la cubierta del humilladero del barrio. | Cedida

Daños en la cubierta del humilladero del barrio. | Cedida / María Jesús Cachazo

A la espera de que se pueda acometer la restauración de la cubierta y con el objetivo de "salvaguardar la zona" por el riesgo de derrumbe de algunos aleros, el obispado ha procedido a desmontar el campanario y la veleta, así como la espadaña porque "estaba totalmente inclinada", trabajos que se han ejecutado con sumo cuidado tras recabar "todos los permisos" pertinentes.

Las labores de desmontaje se han realizado en presencia de Chillón, del historiador José Navarro Talegón y del arquitecto diocesano, Claudio Pedrero, así como de los párrocos de Toro y del director del taller de restauración de la diócesis, Bernardo Medina.

Una vez desmontadas la veleta y la campana, que data de 1938, han sido trasladadas a la iglesia de San Juan Bautista de Tagarabuena y se han depositado "encima del pozo", para que los vecinos "tengan el recuerdo y la memoria de lo que fueron". Además, se han retirado las tejas situadas en el entorno de la espadaña para evitar que pudieran caer a la vía pública y provocar incidentes.

Por otra parte, Chillón precisó que, al margen de las cubiertas, la ermita presenta otras deficiencias porque el solado del cemento aplicado en el exterior de los muros impide "respirar" a los tabiques y agrava el problema de humedad.

Aunque el hundimiento de la cubierta no ha provocado daños en el interior del humilladero se ha decidido "rescatar" el ara del altar, que fue donado por la Fundación González Allende de Toro, y que se trasladará a la capilla que está previsto adecuar en el interior de la iglesia de San Juan Bautista, en la que también se reubicará la pila bautismal.

En cuanto a las imágenes que custodiaba la ermita en su interior, el profesor y ecónomo diocesano, recordó que el Cristo de la Expiración fue depositado hace años en la cabecera de la iglesia de San Juan Bautista y que el resto de tallas han sido recolocadas "en casas particulares" al no tener "demasiado valor".

Ermita de Tagarabuena, en una imagen anterior a la retirada de la campana

Ermita de Tagarabuena, en una imagen anterior a la retirada de la campana / M. J. C.

Sobre el futuro de la ermita, Chillón remarcó que el obispado valorará "qué se puede hacer", además de intentar reunir los fondos necesarios para proceder a su restauración.

En este punto, reconoció que "se van acumulando problemas y el obispado no tiene oportunidad de atender ni sanear 700 tejados" de otros tantos inmuebles en la provincia.

No obstante, recordó que la ermita de Tagarabuena es un edificio protegido que no se puede derribar y que, aunque su valor arquitectónico no es elevado, sí lo tiene a "nivel sentimental" para los vecinos del barrio, porque "ha sido un lugar especial de culto y eso hay que respetarlo".

La ermita o humilladero del barrio de Tagarabuena, como explicó el profesor y ecónomo del obispado, fue adquirida por la cofradía de la Vera Cruz y albergó en su interior la talla del Cristo de la Expiración, también conocido como "Cristo de los Pobres", que hace unos años fue reubicado en la iglesia de San Juan Bautista.

Por último, precisó que la ermita que se conserva en el barrio toresano es un humilladero porque "la gente se humillaba al pasar, en ese sentido de culto".

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