Al parecer, el agua de lluvia acumulada en la zona provocó hace un año la cesión del terreno junto al Alcázar, hundimiento que obligó a los arquitectos encargados de redactar el proyecto de la segunda fase de cerramiento de la cornisa sur de la ciudad a elaborar una memoria técnica para reparar estas cesiones. En un principio se llegaron a plantear distintas soluciones como colocar una malla o crear unos pasos para evitar que «la zona sufra presiones» y evitar así nuevos hundimientos, ya que se trata de un terreno de cubrición temporal muy arcilloso.

La excavación arqueológica realizada en la zona permitió hallar «arranques de estructuras» que se pretenden recuperar para dejarlos al descubierto ya que proporcionarán una nueva visión de cómo estaba configurado el Alcázar y los sistemas defensivos de Toro, tras la primera repoblación de la ciudad.

Este estudio arqueológico formaba parte del proyecto de prolongación del paseo de «El Espolón», alrededor del antiguo Alcázar y que proseguirá por el barrio del Carmen, con el objetivo de unir toda la cornisa natural de la ciudad de Toro hacia el río Duero.

En varias ocasiones, responsables municipales han reconocido que la prolongación de este paseo es un proyecto que conlleva un coste muy elevado ya que las obras se deben realizar sobre un terreno escarpado que requiere de grandes estructuras para garantizar la estabilidad y la seguridad de toda la construcción.