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Numerosos fieles acuden a La Colegiata a venerar la reliquia del cráneo de san Valentín

Los restos del patrón del amor están en la ciudad desde el S. XVI

Numerosos fieles acuden a La Colegiata a venerar la reliquia del cráneo de san ValentínFoto M. C.

Ayer se celebró la festividad de San Valentín, considerado el patrón de los enamorados. Muchos fueron los fieles que asistieron a la misa en la Colegiata, donde se dio a besar la reliquia del santo, consistente en su cráneo. El párroco local Roberto Castaño, quien ofició la misa, recordó que esta reliquia lleva en Toro desde el siglo XVI, y se guarda habitualmente en la cámara acorazada de la Colegiata. Se trata, aseguró, de «la reliquia más importante de cuantas se conservan del santo».

Castaño explicó que san Valentín es el patrón de los dolores de cabeza, de las migrañas y jaquecas, puesto que el hecho de que sea el patrón de los enamorados, aunque siempre se le ha considerado el defensor de los matrimonios, se afianzó «cuando El Corte Inglés se metió en medio». Sin embargo, el párroco defendió que San Valentín «no es cosa de El Corte Inglés, es cosa de la Iglesia».

Según matizó Castaño, existen tres Valentines santos reconocidos en la Iglesia, uno obispo, otro cura, y otro que no pertenecía al clero. El San Valentín que es patrón de los enamorados es del siglo III, y era cura. Murió mártir porque en esa época se prohibió celebrar los matrimonios católicos, pero él se dedicaba, «a escondidas», a celebrar matrimonios, con el agravante de que además casaba a milicianos del ejército del emperador. Cuando éste lo descubrió, «lo mandó decapitar por incumplir sus órdenes».

La parte del santo que se conserva en Toro es la cabeza, aunque no se sabe bien la historia sobre cómo llegó a la ciudad. El primer dato documental indica que esta reliquia la tenía el capellán del emperador Carlos I, que era toresano. Este capellán consiguió una bula del Papa Paulo III, con la que obtuvo el permiso para traer la reliquia a la Colegiata, consiguiendo así fomentar el culto a este santo. El siguiente promotor de este culto fue un canónigo de la Colegiata, Valentín Tejederas, quien consiguió de Inocencio XIII dos bulas pontificias, mediante las que se otorgaba indulgencia plenaria a los fieles que venerasen la reliquia, así como privilegios especiales a los miembros de la Cofradía de San Valentín. Estas bulas, afirmó Castaño, «se conservan en la Colegiata». Y es que este santo tuvo una de las cofradías más importantes de Toro. De hecho, tenía muchos privilegios, entre ellos el de que los caballeros pertenecientes a ella podían permanecer cubiertos delante del rey. Sin embargo, se perdió en el siglo XVIII. Desde entonces, lo que se ha mantenido es la costumbre de dar a besar la reliquia del santo.

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