Zamora aprovecha su autenticidad

Cuando Cristo resucita, Zamora regresa a la rutina. Han sido diez días frenéticos y apretados para una ciudad acostumbrada a la paz y a la amplitud durante los 355 días restantes, que comienzan de nuevo este lunes con una mezcla de nostalgia y parte de alivio. Esa última sensación impera sobre todo entre quienes se han pasado esta Semana Santa trabajando muchas horas para que la gente pudiera disfrutar de la Pasión sin más preocupaciones. Aquí la mirada se posa en los empleados de la limpieza, en las fuerzas del orden, en los comerciantes y, sobre todo, en los trabajadores de hostelería.

En una Semana Santa como esta, sin una gota de lluvia, los bares y los restaurantes apenas han tenido un segundo de respiro; un dolor para estar a pie de barra, pero una bendición para las cajas, a veces demasiado castigadas por un invierno que se estira de forma interminable desde que pasa Reyes y hasta que el Mozo aparece por el Puente de Piedra. "Ha habido muchísima ocupación, muchos turistas, y creo que todo el mundo está bastante contento en general", explicó, en su balance provisional, el concejal del área, Christoph Strieder, que reconoció que el tiempo juega un papel determinante a la hora de vender en estos días.

La citada ausencia de agua y las elevadas temperaturas en los días grandes han facilitado registros muy elevados en las facturaciones hoteleras, en sintonía con lo que ha sucedido en otros puntos turísticos del país, según recalcó Strieder: "Todo ha ido extraordinariamente para España porque la gente tenía muchísimas ganas de viajar", reflexionó el edil.

El representante municipal añadió también que muchos restaurantes tenían todas las mesas llenas para los días grandes desde hace semanas, y defendió la importancia de que los negocios del sector sobrevivan para que Zamora pueda hacer frente al aluvión de visitantes que recibe en estas fechas: "Nosotros también tenemos que hacer un esfuerzo", aceptó el concejal al hablar del propio Ayuntamiento.

Strieder evitó confirmar si esta Semana Santa ha alcanzado las cifras del año 2019 en Zamora, a la espera de "una valoración definitiva", pero sí quiso apuntar que la ciudad resulta atractiva en estas fechas prácticamente sin campañas turísticas previstas para los días de Pasión: "Interesa mucho lo auténtica que es", valoró el concejal, en referencia a una Semana Santa que huye del "show" para mantenerse fiel a su esencia tradicional.

Otras temporadas más flojas

Consciente de que, si todo acompaña, el éxito está garantizado en esta época del año, Strieder abogó por seguir apretando con la vista puesta en otras temporadas más flojas. En general, Zamora sigue "un 15 o un 20% por debajo" de las cifras que venía registrando en los últimos años prepandemia, por lo que conviene "hacer un esfuerzo durante todo el año" para consolidar la recuperación. El edil aludió concretamente a enero y febrero como unos meses particularmente complejos para unos negocios que compensan ese golpe con una buena Semana Santa.

Todo esto, en lo tocante a la capital, pero conviene apuntar que los pueblos de Zamora se llenan también entre el Jueves Santo y el Domingo de Resurrección, en una especie de previa de agosto que impulsa la supervivencia de los negocios que resisten en las comarcas. La fuerza de atracción de la capital también ayuda, aunque la búsqueda de una escapada rural a la tierra se antoja como razón principal de un desembarco masivo que concluyó este domingo con el regreso al hogar habitual.

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