urante estos días en muchos pueblos y ciudades de España se hace memoria de la pasión. Las cofradías sacan a la calle sus pasos, que nos recuerdan aquellos que dio Cristo antes de morir en la cruz. La fuente de inspiración de este misterio está en los evangelios. Por ellos conocemos cómo transcurrieron las veinticuatro últimas horas de la vida de Jesús de Nazaret. Sin embargo, la narración evangélica no detalla en qué momento preciso sucedieron, algo que la mística se encargó de imaginar, plasmándolo en un devoto ejercicio conocido como "Reloj de la Pasión", prototipo de literatura piadosa, compuesta por San Alfonso María Ligorio (1696-1787), que antaño formó parte de las oraciones del tiempo de Cuaresma y Semana Santa. Popularizado por los misioneros, llegó a imprimirse por separado, aunque también lo encontramos en los devocionarios al uso - ilustrado con una esfera que marca las horas de cada instante de la pasión -, en estampas y poemas para ser memorizado de forma sencilla.

Por obedecer a un fin doctrinal el Reloj de la Pasión utiliza la división horaria de la cultura cristiana y la de la antigüedad, que dividía el día en ocho partes, a saber: la noche tenía cuatro vigilias de tres horas, y el día otras tantas: prima (6 a 9), tercia (9 a 12), sexta (12 a 3) y nona (3 a 6).Según este particular reloj, la pasión se inició el día primero de los Ácimos, dedicado a los preparativos de la gran fiesta judía de la Pascua, tal y como lo encontramos en el relato de Lucas:"Llegó pues el día de los Ácimos, en que habrían de sacrificar la Pascua". Mateo y Marcos coinciden en situarla "Llegada la tarde"; Lucas por el contrario no concreta el momento, pues simplemente dice "cuando llegó la hora". Y aunque ninguno de ellos la precisa, el Reloj de la Pasión no duda en señalar fue hacia las seis, situando el lavatorio a las siete, y una hora después la institución de la eucaristía. Sabemos por Juan que la cena se prolongó, pues"era de noche" cuando en medio de la misma salió Judas.¿Cuándo acabó? De nuevo el reloj nos da la respuesta señalando las once, hora en que se encaminaron al monte de los Olivos, donde Jesús oró. La vigilia orante en Getsemaní duró más de una hora, pues el Maestro reprocharía a Pedro:"¿No has podido velar una hora?"Allí, hacia la una de la madrugada del viernes, se verificó la prisión de Cristo. Después el relato evangélico repara en las idas y venidas de casa de Anás a la de Caifás, y en los interrogatorios y escarnios sufridos en ambas, que consumieron tres horas. A las cuatro de la madrugada sitúa el reloj la negación de Pedro. El dato de cuándo llevaron a Jesús de casa de Caifás al palacio de Poncio Pilato aparece en el evangelio de Juan: "era muy de mañana"; también Mateo habla de "llegada la mañana". Marcos además añade un matiz: "Cuando fue de día se reunió el consejo de los Ancianos del pueblo". Una referencia genérica que no precisa la hora, pero que el reloj fija a las seis. Una hora más tarde el gobernador envía a Cristo a casa de Herodes, en donde permanece otra, para a continuación ser devuelto a Pilato, que tras interrogarle sentencia que es reo de muerte, aunque anres ordena azotarlo. Largo debió ser el tormento en el pretorio, pues eran las once de la mañana cuando echaron sobre los hombros de Jesús la cruz, y pasado el mediodía cuando fue crucificado. En esta ocasión los sinópticos señalan con precisión el momento: "Desde la hora de sexta se extendieron las tinieblas hasta la hora de nona", es decir desde el mediodía hasta las tres de la tarde, hora en la que Jesús con voz fuerte exclamó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, y dando de nuevo un fuerte grito, expiró". Sobre el particular el evangelio de Marcos es prácticamente idéntico al de Mateo, mientras que Lucas añade la última de las palabras de Cristo en la cruz: "Padre en tus manos entrego mi espíritu". Asimismo, por Marcos sabemos que "llegada ya la tarde, porque era la Parascevere, es decir, la víspera del sábado" José de Arimatea pidio a Pilato el cuerpo de Jesús, para depositarlo en un sepulcro nuevo. Mateo utiliza también la expresión "llegada la tarde", aunque no lo hacen ni Lucas ni Juan. Hacia las seis de la tarde del viernes Cristo fue sepultado. Habían pasado veinticuatro horas desde que el Reloj de la Pasión había echado andar.

El propósito de esta piadosa invención no pretendía que los fieles conociesen con precisión horaria los pasos dados por Cristo en su pasión, sino más bien recordarla, al modo que también lo hacía el vía crucis. Tampoco era una oración capital de la doctrina cristiana, que había que aprender para poder recibir los sacramentos, pero sí una meditación útil, cuyo rezo cotidiano recordaba a los fieles el sacrificio del Hijo de Dios para la salvación de los hombres. Algo que hoy parecerá superfluo, pero que entonces era una de las muchas maneras de rezar, a lo que ayudaba el recurso didáctico de su versificación. De eso sabían mucho las gentes de fe sencilla, convencidas de que "Si la Pasión de Jesús/no apartas de tu memoria,/llevando alegre la cruz,/te conducirá a la gloria". Vaya esto en homenaje a nuestras madres y abuelas que nos enseñaron a rezar.