Vuelve la escarlatina

Aparecen pequeños granitos, fiebre, dolor de garganta y molestias en la tripa

Una niña enferma.

Una niña enferma. / E. P.

P. O. / E. P.

Si pensabas que la escarlatina ya pasó a la historia, te equivocas. Es probable que te hayas encontrado con varios padres que regresan del pediatra con un diagnóstico de escarlatina. Asusta en principio, pero puedes estar tranquilo si tu médico sigue el caso.

La escarlatina es una faringoamigdalitis producida por un estreptococo del grupo A, el habitual de las anginas, y que se asocia con exantema, pequeños granitos rojo-violáceos palpables y rasposos en cara, tronco y pliegues de brazos y piernas sobre todo.

Los síntomas habituales incluyen fiebre, dolor de garganta o de tripa. La diferencia con otras faringo-amigdalitis es el exantema, su síntoma diferenciador, originado por la toxina que produce el germen del estreptococo. En este sentido, la enfermedad es muy diferente a la varicela, que produce pequeñas ampollas llenas de líquido.

Diagnóstico: un test

El diagnóstico puede ser sólo clínico pero en los centros de salud ya existe un test rápido que se puede realizar en la consulta del pediatra y que en 5 minutos permite realizar un diagnóstico fiable o bien es posible tomar una muestra de la garganta que se envía al laboratorio y en uno o dos días se tiene el resultado.

La escarlatina es una enfermedad característica de la primera infancia, para la que no existe vacunación y que representa el 30% de las faringo-amigdalitis, lo que la convierte en una infección bastante frecuente.

Antibióticos

El tratamiento se realiza con antibióticos (penicilina) que debe administrarse durante un periodo de 10 días. La medicación no de interrumpirse antes pues extender la medicación por encima de los 7 días habituales es lo que evita posibles complicaciones como la fiebre reumática.

La enfermedad se contagia por vía oral, a través de las pequeñas gotitas de la saliva y las posibles secreciones adheridas a las manos por lo que los niños no deberían ir al cole durante unos 4 o 5 días. Los antibióticos reducen el tiempo en el que la enfermedad puede ser contagiosa y mejoran los síntomas que remiten en 24-48 horas aunque el exantema puede durar unos días más.