El año 1977 dio para mucho. Woody Allen ganó el Óscar a la mejor película con Annie Hall, Niki Lauda se proclamó campeón del mundo de Fórmula 1, Elvis Presley falleció (o no) y España celebró sus primeras elecciones generales tras la dictadura. También, el 17 de noviembre de ese mismo año, la Junta de Castilla y León dio por incoado el expediente para declarar al antiguo convento de San Francisco como Bien de Interés Cultural. Un documento que ha permanecido 44 años en un cajón hasta que alguien ha decidido rescatarlo y proceder a su ejecución. Ayer mismo, la administración regional informaba de que la carta para otorgar la categoría de monumento a la sede de la Fundación Rei Afonso Henriques salía a información pública. Cuatro décadas completas y la mitad de la quinta ha tenido que esperar este imponente conjunto de la margen izquierda para conseguir su protección.

Cuando la Junta de Castilla y León apostó por abrir expediente para la declaración BIC del convento de San Francisco, este complejo apenas lo conformaban unas ruinas. No en vano, así se habla de ellas en el Boletín Oficial del Estado del 7 de diciembre de 1977 que sirvió para dar publicidad al documento y también ocho años más tarde, en un informe de abril de 1985 elaborado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a instancias del Ministerio de Cultura, de cara a dilucidar si el conjunto resultaba merecedor de la declaración de monumento histórico-artístico.

Sin embargo, más de cuarenta años dan para mucho. Incluso, para ejecutar una intervención integral antes de finalizar el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural del antiguo convento. Y eso fue lo que ocurrió en la década de los noventa, cuando el espacio recuperó su esplendor gracias a una aplaudida intervención que concluyó con un nuevo uso para el conjunto. Desde entonces, la Fundación Rei Afonso Henriques es la moradora de este edificio con historia que se ha ganado, por fin, ese marchamo BIC con todas las de la ley.

Convento de San Francisco, ahora sede de la FRAH. | Emilio Fraile

El actual convento de San Francisco cuenta con dos partes diferenciadas y es en la parte histórica en la que se centra la declaración BIC. En ella se pueden observar los restos arquitectónicos de la cabecera de la iglesia conventual, como son el ábside del siglo XVI, las capillas laterales de Ocampo y Escalante de finales del siglo XV y comienzos del XVI, así como la capilla funeraria obra de Gil de Hontañón. Asimismo, se conservan restos del antiguo claustro y de la bodega, fechados a inicios del siglo XVII.

Pese a que son escasos los datos históricos que se conservan de este antiguo convento, sí que se ha podido cotejar que tuvo tal importancia en los siglos XV y XVI que llegó a ser residencia y cuartel general de Alfonso V, rey de Portugal, en su lucha contra los Reyes Católicos por la ciudad de Zamora. Allí se alojó también Pedro Laso de la Vega, uno de los principales cabecillas comuneros de Toledo, en mitad de la revuelta. Y su impronta y porte arquitectónico quedó grabado en la vista de Zamora de Wyngaerde de 1520.

Todo ello, sin embargo, fue reducido a la nada prácticamente de la noche a la mañana. Durante la Guerra de Independencia, las tropas francesas alojadas en el convento destruyeron gran parte del conjunto y en 1835, con la desamortización y exclaustración de los monjes, se abrió un proceso de venta y desmantelamiento hasta ser declarado prácticamente en ruinas. Así, al menos, figuraba en el plano realizado en 1865 por Francisco de Coello, cuando el espacio era ya de titularidad particular.

La rehabilitación y adecuación a su nuevo uso como sede de la Fundación Rei Afonso Henriques ha permitido, sin duda alguna, integrar los restos del antiguo convento en un nuevo proyecto acorde con las necesidades actuales, pero sin perder sus características históricas. Un marco único que por fin pasará a ser declarado BIC.