Opinión | Zamoreando

Pobreza infantil en España

Se está olvidando a la infancia, se la está dando de lado, se la está dejando sola

Una niña, en un basurero de Honduras

Una niña, en un basurero de Honduras

En España, tres de cada diez niños y adolescentes, unos 2,2 millones, están en riesgo de pobreza o exclusión social, privados de recursos materiales y emocionales para desarrollarse y prosperar en su vida adulta. Los países en vías de desarrollo no tienen el monopolio de la pobreza infantil que solo en España cuesta más de 60.000 millones de euros anuales.

No se puede mirar hacia el horizonte pensando que la pobreza infantil habita lejos. Está entre nosotros, en nuestros barrios, pueblos, ciudades y comunidades de vecinos. Su impacto en el conjunto de la sociedad es muy elevado e ineficiente desde el punto de vista económico. En España vamos cuesta abajo en la rodada, hasta el punto de ocupar el puesto 21 de 40 en materia de bienestar infantil de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

En Aldeas Infantiles, una asociación con las ideas muy claras al respecto de la infancia y la adolescencia, que realiza un magnífico trabajo, lo tienen muy claro. Si es verdad que el progreso de un país va unido a la preocupación por su infancia, cómo es posible que cada tres segundos un niño, niña o adolescente muera en el mundo por motivos vinculados con la pobreza infantil, una de las mayores causas de vulneración de los derechos de la infancia en el orbe mundial.

No se entiende que los gobiernos del mundo no caigan en la cuenta de que no hacer nada contra la pobreza infantil tiene consecuencias devastadoras que cuestan a la sociedad millones de euros: trabajos más precarios, mayor desempleo y más problemas de salud entre otras muchas lacras. Se está olvidando a la infancia, se la está dando de lado, se la está dejando sola y eso invita a reaccionar, poniendo en marcha políticas públicas que sitúen a la infancia y al núcleo vital de toda sociedad, la familia, en el centro.

No existe una política responsable a tal efecto. Hay que prevenir para reducir las tasas de pobreza pero quizá eso sea mucho pedir a quienes se muestran más preocupados por su presente que por el futuro de la sociedad que representa la infancia.

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