Opinión | Zamoreando

A merced de los timadores

Nuestra vida está a disposición de todo titirimundi sin saber por donde se filtra tanta información

Una adolescente consulta su teléfono.

Una adolescente consulta su teléfono. / EUROPA PRESS

Entran en nuestras vidas sin permiso y en nuestras casas a través del teléfono móvil. No sé para qué sirve la Ley de Protección de Datos a la que algunos se agarran con la misma fe que Santa Inés a la palma del martirio cuando, en realidad, para nada sirve. Estamos a merced de los timadores. Nuestra vida y milagros está a disposición de todo titirimundi sin que logremos saber, la autoridad competente tampoco lo explica, dónde está la pitera por donde se filtra tanta información personal.

A ver de dónde diantre se sacan los timadores que crecen como por generación espontánea, cada día hay más y mejor preparados, el número de teléfono y los datos que conciernen a sus víctimas que somos todos. Se ve que están preparados para la vida moderna. Un día, de buena mañana o al atardecer, te llaman, te recitan tu nombre, tus apellidos, y ahí empieza la letanía.

Te llaman diciendo que son de tu compañía telefónica que, efectivamente, es la que te dicen. Te piden que les confirmes el DNI. Te recuerdan tu dirección postal y, una vez que te han mareado con tantos datos que ellos mismos te proporcionan, te aseguran que hay una oferta buenísima a la que te has hecho acreedor. Después de hablarte de las ventajas y de todo lo que va a suponer en tu factura mensual, te piden el número de cuenta y a ser posible el de la tarjeta que va asociada al mismo. Ahí es donde se les ve el plumero. Los curiosos llegan hasta este instante. Los que lo vemos venir, cortamos de inmediato, los crédulos, algunas veces, avanzan un pasito más, pasito con el que se la pueden jugar porque el timo se ha consumado.

¿Cómo se hacen con nuestros datos? No lo sé. A día de hoy la Ley de Protección de Datos está con el culo al aire. Las llamadas proceden siempre de teléfonos con prefijo "91" o distintos números de móvil. Este timo es el más actual. Pero, hay más, muchos más que tienen al teléfono como cómplice necesario. Estamos absolutamente desprotegidos. Aprendamos a actuar con celeridad ante este problema que hace de las personas más vulnerables víctimas propiciatorias.

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