Buena jera

Informe PISA: certezas y dudas

¿Trabajarán algún día en Castilla y León los buenos estudiantes que destacan hoy?

Luis Miguel de Dios

Luis Miguel de Dios

El reciente Informe PISA, conocido esta semana, nos ha hecho sentir orgullosos de nuestros estudiantes de 15 años y, por tanto, del sistema educativo de Castilla y León. (Ha faltado que nuestras autoridades se acordaran un poco más de los profesores y maestros, auténticos puntales de la enseñanza; otra vez será). Olvidos aparte, el caso es que todo el mundo ha sacado pecho con un estudio que lleva el protagonismo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y que se ha extendido por unos 80 países. Todo son parabienes y valoraciones favorables, aunque, dado el ambiente de no reconocer méritos al adversario político, cada cual se cuelga las medallas a sí mismo y arrea estopa al de enfrente. Y tanta le arrean algunos que, en un primer momento, la Generalitat de Cataluña achacó sus malos resultados a la inmigración. Después no tuvo más remedio que rectificar y poner paños calientes. Si los resultados hubiesen sido buenos, seguro que no habrían hablado de inmigración sino de la manifiesta y proverbial superioridad de los nacidos al norte del Ebro. En fin, cosas de la objetividad, del sentido común y de la razón.

Aquí, en nuestra tierra, el presidente de la Junta tardó pocos segundos en apuntarse el tanto. Se conocieron los datos y Alfonso Fernández Mañueco saltó a comentarlos y a explayarse sin dejar un mínimo resquicio de autosatisfacción a la consejera de Educación, Rocío Lucas, que algo tendría que decir al respecto. No hubo lugar. Tan feliz estaba Mañueco que, tras el gozo desbordante, ofreció a toda España el modelo educativo de Castilla y León. Políticamente y para darle en la cabeza a más de uno (a todos, menos a los consejeros del PP), hizo bien; no siempre se presentan oportunidades tan claras y con tamaña repercusión mediática. Claro que en el lote de la oferta también va incluido una especia de brindis al sol. ¿Es posible copiar el modelo castellano-leonés en regiones con dos idiomas oficiales o con aulas mucho más sobrecargadas que las de pueblos con tres o cuatro alumnos?, ¿son iguales los problemas en los extrarradios de las grandes ciudades que en localidades con pocos habitantes?, si aquí siguen cerrándose escuelas, ¿qué dirán los próximos informes PISA? Son dudas que, dentro del optimismo de los datos concretos me han asaltado cada vez que salía a relucir el citado estudio de la OCDE. Somos los mejores de España en Matemáticas, Lectura y Ciencia; estamos muy por encima de la media; nos colocamos otra vez a la altura (o más arriba) de los más destacados del mundo, pero ¿hasta cuándo? En muchísimos pueblos de nuestra geografía ya no quedan niños que mañana puedan ir al instituto para que, a sus quince años, los evalúe PISA. No todo son sonrisas y encantados de conocernos.

Otra incertidumbre que me acompaña en este terreno es la del futuro que aguarda a nuestros brillantes estudiantes de hoy. Hace unos años, con motivo de otro PISA triunfante, escribí un artículo que se titulaba "La cantera del Real Madrid". En él comparaba los buenos datos del informe con la cantera madridista, la que llaman los forofos merengues "La fábrica". Produce muchos y buenos jugadores, pero ninguno, o muy pocos, llega al primer equipo ni a la selección española. Bastantes triunfan en otros clubes, nacionales o extranjeros, pero no en el que destacaron de jovencitos. Hay ejemplos a montones. Buenos, pues con los alumnos de Castilla y León, salvadas las distancias, sucede lo mismo. A los 15 años, brillan en disciplinas tan duras y exigentes como Matemáticas y Ciencias, pero, cuando acaben la carrera, si es que llegan a la Universidad, ¿qué será de ellos? En este apartado, es casi obligatorio ser pesimista. La experiencia, simplemente mirar alrededor, nos dice que la inmensa mayoría de nuestros grandes cerebros está en Madrid, Barcelona, Alemania, Estados Unidos… Se han tenido que ir; aquí no hemos reservado sitio para ellos. No caben, aunque sobren hectáreas y hectáreas y aumente la despoblación.

Perdonen que eche un poco de sal en la herida ahora que todos estamos orondos, ufanos y sonrientes con el PISA, ahora que casi nos permitimos mirar por encima del hombro al resto de comunidades autónomas. Quizás algunas se venguen. Y acaben por decirnos: "Vosotros formar, formar al personal, gastaros un dineral en sus estudios, que ya vendrán aquí a pedir trabajo y producirán para nosotros". Duro, pero tan real e injusto como la vida misma.

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