El PP juega a chica

El vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, une a su ignorancia su imprudencia, lo que le convierte en peligroso por definición y poco a poco por acción

El vicepresidente de la Junta, García Gallardo

El vicepresidente de la Junta, García Gallardo

Luis M. Esteban

Luis M. Esteban

Vaya por delante que soy un mal jugador de mus, pero me parece tener claro que ir a chica con cuatro pitos y pretender ganar a grande y no digamos ya tener treinta y una es como de aurora boreal, o de concatenación de faroles que se pueden vislumbrar en cualquier seña mal tirada.

Viene esto a cuento de la situación vivida antes y después de las elecciones del 23J, porque en ambos momentos se ha planteado una partida que había que tener clara, máxime cuando enfrente está un jugador como Sánchez, que podrá ser un tahúr del Mississipi, como Alfonso Guerra denominó a Adolfo Suárez, aunque luego dijo que estas palabras estaban sacadas de contexto, pero, en todo caso, es un tahúr que juega bien sus cartas. Y el PP no ha podido jugar peor las suyas, y eso que no eran tan malas.

A nadie se le escapa que los gobiernos municipales y comunitarios son importantes por su cercanía con los ciudadanos y, tampoco nos llamemos a engaño, por las entradas de dinero que suponen para los partidos y de poder e influencia. Ahora bien, si lo que se quiere es ganar el Gobierno del país, hay que tener mucho cuidado con cuándo se echan los órdagos, por seguir con el símil del mus, vaya a ser que se apunten unos cuantos amarracos y se acabe perdiendo la partida con solemnidad y hasta tragedia.

Exultante estaba el PP tras los resultados electorales previos al 23J, tanto que no vio venir lo que quienes miramos la cosa política desde la distancia que da la no afiliación acérrima vimos con claridad: Vox no era buena pareja de mus para ganar la partida. Y basta con revisar solo tres casos concretos, pero más que significativos, para entenderlo.

Exultante estaba el PP tras los resultados electorales previos al 23J, tanto que no vio venir lo que quienes miramos la cosa política desde la distancia que da la no afiliación acérrima vimos con claridad: Vox no era buena pareja de mus para ganar la partida

En la Comunidad de Valencia le faltó tiempo y temple, por usar un término taurino que viene al caso, para que el popular Carlos Mazón se echase en brazos y hombros de Vicente Barrera, representante de Vox, sin consultar, y no digamos escuchar, qué le parecía la jugada a la dirección nacional. Claro, que esta tampoco estaba para mucho con la borrachera electoral que tenía en todo lo alto. Y la resaca no estuvo nada mal, porque después vinieron los festejos de Extremadura y de Castilla y León, que ya no sé quién fue primero, pero tanto monta. Porque en Extremadura el PP escenificó un ridículo apoteósico con su actual presidenta, María Guardiola, diciendo poco menos que por encima de su cadáver y, por supuesto, por encima de la dirección de Génova entraría en el gobierno Vox, para acabar dándole palmas y la vuelta al ruedo para conformar gobierno. Y lo de Castilla y León no le va a la zaga, sobre todo porque la entrada de Vox con el PP ha dado como resultado un vicepresidente, Juan García-Gallardo, que a su ignorancia une su imprudencia, lo que le convierte en peligroso por definición y poco a poco por acción.

Pero todo daba igual, el mapa de la España anterior al 23J era azul y con situaciones como las de la Comunidad de Madrid, donde se arrasaba hasta en los barrios tradicionalmente más de la izquierda. Así que a correr el vino y que siga la fiesta. Pero la fiesta aún no había ni siquiera empezado y el resultado es que cuando ha llegado la hora de la verdad, la hora de cantar las treinta y una con golpe en la mesa, como debe ser, resultó que faltaban escaños, muchos si no se contaba con Vox, y cuatro, los suficientes, para que Feijóo no lleve un mes como Presidente del Gobierno.

El caso es que Feijóo perdió, con dignidad, eso sí, la investidura y que Sánchez la ha ganado porque el PP ha sido incapaz de desprenderse del lastre de Vox con tal de gobernar municipios y comunidades. Pues ahí las tiene, pero perdiendo la grande: el gobierno de la nación. Y parece que sus líderes siguen sin aprender lo más mínimo y así lo están demostrando en los últimos días.

Que el PP convoque en toda España manifestaciones en contra de la amnistía que parece que se avecina y demás pactos del PSOE con nacionalistas e independentistas está dentro del juego democrático y lo están haciendo siguiendo los pasos que establece la ley para ello y eso les honra. Ahora bien, que no expulsen, y digo expulsen, a Vox de las mismas y lo hagan con la misma intención con la que lo hacen de sus encapuchados es otro error más de jugador a chica. Vamos, de los que nunca ganan la partida de mus. Porque parece que no se han enterado de cómo va el asunto y deben de ser los únicos en este país.

El nuevo gobierno de Sánchez a lo mejor es progresista, pero desde luego es indudable que no es de izquierdas en su totalidad (ahí están PNV y Junts, de acreditada trayectoria izquierdista, vamos), y no quita para que a muchos españoles inquiete menos que Vox y eso a pesar de que Sánchez cuente hasta con Bildu y ello porque décadas nos tiramos diciendo a los etarras y sus representantes que dejasen las armas y se dedicasen a hacer política, pues aquí están haciendo política sin pegar tiros. Y esto, guste o no, acaba pesando más que los apoyos de un partido como Vox que parece anclado en la España de los Reyes Católicos y en la exhumación de Franco, que interesa tanto a los españoles como la de Carlos V si se hiciese.

Nos ofende, y mucho, a muchos españoles las razones por las que Sánchez ha establecido sus acuerdos para gobernar la próxima legislatura y eso habrá de pagarlo el PSOE en el futuro, no me cabe la menor duda, pero mientras el PP no se desprenda de su dependencia de un partido como Vox, que niega las autonomías, aunque entra en ellas, que dice barbaridades sobre los colectivos LGTBI, o reabre el debate sobre el aborto, que no está en la sociedad; y mientras no presente un programa de gobierno en lo social y económico, vamos, en las cosas de comer y no en el ruido, Sánchez seguirá llevando treinta y una al final de la partida. Quizás, solo quizás, porque es mejor jugador de mus.

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