¿Qué hacer con un partido que no se presenta a las elecciones?

Ciudadanos ha dejado de ser la fuerza del acuerdo y de las propuestas reformistas y lo único que puede hacer su dirección es dimitir e iniciar el proceso de disolución

Urna para las votaciones

Urna para las votaciones / Enric Fontcuberta

José Antonio Bartolomé

José Antonio Bartolomé

He decidido esperar a publicar este artículo, pensado y escrito hace días, al hecho consumado de que Ciudadanos no se presente a las próximas elecciones generales y a la constatación de una oportunidad perdida para España.

La razón de ser de un partido político no es otra que elaborar propuestas para mejorar la calidad de vida de las personas y con esas ideas presentarse a las elecciones para que los ciudadanos voten y decidan si con esas ideas deben formar gobierno. Para eso sirve un partido político en una democracia. Es muy sencillo.

Cuando un partido político renuncia a presentarse a un proceso electoral demuestra que es incapaz de hacer propuestas atractivas y útiles a los ciudadanos. Cuando esto ocurre es legítimo que se abra el debate en el partido sobre la necesidad de su existencia.

La decisión de no presentarse a las elecciones generales no ha sido un error más de los muchos a los que nos tienen acostumbrados los dirigentes de Ciudadanos. Errores que vienen encadenándose desde 2019 de manera continuada y que ha conducido a Ciudadanos a la desaparición orgánica e institucional.

Renunciar a presentarse a las elecciones generales de julio no ha sido un error. Es una decisión que responde al interés de un grupo de dirigentes del partido de acomodar a sus intereses los tiempos y el patrimonio de Ciudadanos

Los resultados obtenidos por Ciudadanos en las municipales del 28M han confirmado esta situación terminal del partido, que comenzó con un fuerte descenso en el número de candidaturas presentadas y terminó con unos resultados que nos deja fuera de todos los parlamentos autonómica en los que se celebraron elecciones y una desaparición institucional en los ayuntamientos de toda España.

A todo esto, hay que sumar la inmensa capacidad que siempre ha demostrado Ciudadanos de apartar o expulsar a gente brillante, con una gran capacidad de aportar y con criterio propio. Siempre que ha habido una situación de crisis interna se ha saldado con el debilitamiento del talento. Esta pérdida de inteligencia en la base y en la dirección del partido ha hecho que desaparecieran las alarmas que avisaban de que las decisiones no eran las correctas. Esta vez no está siendo diferente.

Es natural que cosechando derrotas electorales continuadas desde 2019, con la desaparición de todas las instituciones en las que estaba presente el partido, con una pérdida de afiliación más que significativa, con una marca que ha supuesto un lastre para muchos de los buenos candidatos que se han presentado por Ciudadanos, se pueda plantear no continuar en la batalla electoral, cosa de la que yo discrepo, pero lo que no se puede es tomar esa decisión y continuar existiendo como partido. Eso no tiene sentido.

Si como partido nacional que es Ciudadanos, en la situación en la que está nuestro país, no es capaz de ofrecer un programa que garantice la igualdad, se oponga a la polarización política, que apueste por evitar gobiernos con los extremistas facilitando el pacto a ambos lados del espectro político, que proponga reformas de futuro (empleo, pensiones, educación, sanidad…), que impida la atomización de los diferentes parlamentos autonómicos con un aumento imparable de partidos provincialistas, que apoye la idea de Europa frente a los que hoy la cuestionan… ya no es viable como partido.

Ciudadanos ha dejado de ser el partido del acuerdo y de las propuestas reformistas para los españoles, y lo único que puede hacer su dirección, después de decidir no presentarse a las elecciones generales del 23J es dimitir e iniciar el proceso de disolución del partido y la liquidación de su patrimonio, permitiendo que otros proyectos puedan reconstruir un espacio político que existe y que es necesario para una España con un nivel de polarización y populismo político insoportable.

Hace escasos meses se nos dijo a los afiliados y a los españoles que se iniciaba un proceso de refundación de Ciudadanos y hemos visto que el partido, lejos de cambiar de caras, de formas y de propuestas, se ha mantenido igual, es decir, nos han mentido. Después de esta mentira, Ciudadanos ha perdido toda posibilidad de ser un proyecto ilusionante para sus afiliados, por eso la pérdida masiva de afiliación, y una opción viable y útil para los españoles, porque no responde al bienestar de los ciudadanos, razón de ser de un partido político, sino a los intereses de sus dirigentes. La refundación ha mantenido un modelo de liderazgo con los mismos modos, es decir, no asumir ninguna responsabilidad por los malos resultados, seguir despreciando a los afiliados, incumpliendo los estatutos y los documentos políticos del partido de forma fragrante, eliminando la participación interna en la vida del partido que brilla por su ausencia, condenando al partido a su desaparición por incomparecencia y no siendo conscientes de hoy en día no hay un partido real que sustente las siglas de Ciudadanos.

La decisión de la dirección de Ciudadanos de no presentarse a las elecciones es, desde el punto de vista política, un último servicio a la derecha política y una baza al bipartidismo, cuya desaparición ha sido una de las razones de ser del partido, que ahonda en la polarización de la política española y es la certificación de la falta de viabilidad del proyecto de Ciudadanos. Ha sido vergonzoso ver como, participando en la decisión de no presentar al partido a las elecciones, algunos dirigentes de Cs han dejado la política o se han pasado al PP a los pocos días. Todo es respetable hasta que deja de serlo.

Renunciar a presentarse a las elecciones generales de julio no ha sido un error. Es una decisión que responde al interés de un grupo de dirigentes del partido de acomodar a sus intereses los tiempos y el patrimonio de Ciudadanos, que han decidido gastarse el dinero que queda en la caja, unos cuantos millones de euros, unos para mantener sus salarios y privilegios ante una incierta o imposible por inexistente vuelta a la vida profesional y otros para pagarse la campaña electoral que les permita volver a tener cargos del que vivir.

Ciudadanos solo tiene un camino después de renunciar a presentarse a unas elecciones generales, disolver ordenadamente el partido y liquidar su patrimonio para que no sea utilizado para objetivos personales. La desaparición de Ciudadanos permitirá que otro proyecto político, más o menos lejano en el tiempo, pueda empezar a caminar. Un proyecto que suponga una ampliación de personas y de espacios, con capacidad de integrar iniciativas diferentes, con voluntad de pactar a ambos lados del espectro político, que permita la regeneración institucional y que apueste por proponer reformas audaces para hacer de España una nación de ciudadanos libres e iguales.

(*) Afiliado y exdiputado de Ciudadanos

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