Zamoreando

El fin de las mascarillas

Toda precaución es poca a sabiendas de cómo se las gasta el bicho

Mascarilla en una papelera

Mascarilla en una papelera / JOSE LUIS FERNANDEZ

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

No las tengo todas conmigo con respecto al bicho que nos jorobó la vida en tiempos de pandemia. Yo creo que sigue estando presente en nuestras vidas. No pasa un solo día sin que alguien, al que no ves hace tiempo, te suelte aquello de: "acabo de pasar el COVID". Por lo menos se puede contar frente al impresionante número de personas que sucumbieron a su mortalidad. Pero es que, además, todavía fallecen personas de COVID. Quizá son cifras insignificantes, pero son. Eso sin contar lo maltrechos que a todos nos deja el puñetero.

Una consecuencia del susodicho han sido y son las mascarillas. Parece que, definitivamente, su presencia en nuestras vidas, toca a su fin. Ya veremos qué pasa una vez que se eliminen del todo. El ministro de Sanidad ha anunciado una reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud a finales de junio para debatir la eliminación de la obligatoriedad de la mascarilla en centros sanitarios, sociosanitarios y farmacias; si bien ha reiterado que la última decisión es de los expertos del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias.

Por favor, toda precaución es poca a sabiendas de cómo se las gasta el bicho. Una cosa es la calle y el hogar de cada quien y otra bien distinta son los centros sanitarios. No vaya a ser que nos relajemos y una vez bajada la guardia ataque de nuevo. El Centro de Coordinación de Alertas tiene una responsabilidad tremenda. Porque si una vez encendida la luz verde para poner fin al uso de las mascarillas, pasa algo, el índice acusador va a señalar directamente a este centro de referencia.

Cabe la posibilidad de que la retirada de las mascarillas sufra un determinado proceso. Me explico, que se haga de forma prolongada, de forma definitiva o de forma escalonada. El ministro ha vaticinado que España está "más cerca" de un uso "recomendado" antes que de un uso "obligatorio" de la mascarilla en estos centros, aunque ha defendido su utilización, sobre todo para proteger a los mayores de los virus respiratorios.

Precisamente en quienes hay que pensar es en los mayores, que fueron quienes se llevaron la peor parte en aquel "sin dios" que vivimos o sufrimos directamente. Por ellos, lo que haga falta. Si en residencias y centros de mayores la mascarilla debe permanecer, que así sea, por el bien de todos ellos. Por cierto, ya se ha establecido el calendario para la vacunación a partir del mes de octubre para los mayores de 80 años y también todos los sanitarios con la vacuna de Hipra. De la dosis de recuerdo no nos vamos a librar.

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