Los telares de Cris

Por qué nos manifestamos el 8-M

Somos al menos la mitad de la población del mundo y nos llaman “colectivo”

Un grupo de mujeres participa manifestación el 8-M

Un grupo de mujeres participa manifestación el 8-M / Carlos Lujan

Cristina García Casado

Cristina García Casado

Se acerca el 8-M y tantos preguntan en alto que “qué más queremos”. Veamos, qué más podemos querer las mujeres. Somos al menos la mitad de la población del mundo y nos llaman “colectivo”. Somos la que “muere a manos de su pareja o expareja”. Somos la madre a la que castiga su exmarido matándole a los hijos. Somos la chica a la que no creyeron después de ser violada “en manada”. Somos la niña a la que obligaron a parir con 12 años tras violarla su padrastro. Somos todas las compañeras que nunca volvieron a casa.

Somos las tantísimas mujeres abandonadas por sus parejas cuando enfermaron. Somos los millones de madres que cuidan solas de sus hijos. Somos las hermanas que atienden a sus mayores. Somos las que cuidan sin que nadie las cuide. Somos las que se pierden la vida de sus hijos mientras cuidan a los niños de otros. Somos “la chica”, “la chacha”, “la interna”. Somos las que sostienen la vida desde que el mundo es mundo. Somos a las que nunca se lo valoraron. Los nombres que no están en los libros.

Somos a las que les preguntan si van a tener hijos en una entrevista de trabajo. Somos las que tienen que pausar sus carreras al ser madres. Somos las que renuncian a tener hijos por conservar la silla. Somos a las que les dicen que “se les pasa el arroz”. Somos “las que solo son madres”. Somos “las que solo viven para sus hijos”. Somos la que “se ha dejado”. Somos “la que va como una puerta”. Somos “la loca de los gatos”. Somos las juzgadas.

Somos las que sabemos que nuestros derechos conquistados siempre están en peligro. Somos las que tenemos que dar todas estas explicaciones de hechos absolutamente evidentes hasta la más frustrante extenuación

Somos las que apuntan siempre en la reunión. Somos las que sabemos si faltan yogures en la nevera. Somos la mayoría en la puerta de los colegios cualquier día que vayas. Somos las que lo tienen todo en la cabeza. Somos las que cobran menos por hacer lo mismo o más o mejor. Somos las que tienen que demostrar siempre el triple. Somos las “demasiado jóvenes”. Somos las “que ya están viejas”. Somos las que aprendieron a hablar muy rápido por falta de atención. Somos a las que enseñaron que “calladitas, mejor”.

Somos las que vivimos con más exigencias sociales, con más presión, con más miedo. Somos a las que sometieron a las dietas de la piña y la sandía. Somos a las que tantas revistas deberían pedirnos perdón por destruir nuestra autoestima. Somos la niña a la que se sexualiza. Somos la mujer a la que ponen fecha de caducidad. Somos las que caminan rápido por la noche. Somos las que sabemos que nuestros derechos conquistados siempre están en peligro. Somos las que tenemos que dar todas estas explicaciones de hechos absolutamente evidentes hasta la más frustrante extenuación.

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