El Geri, el Rubi y, ahora, el Enri

Con el nuevo escándalo del Barcelona, la cosa pinta mal, muy mal

Un dibujo de tarjeta roja

Un dibujo de tarjeta roja

Manuel Antón

Cuando salieron a la luz las conversaciones que mantuvieron en 2019 el entonces futbolista del F. C. Barcelona, Gerard Piqué (“El Geri”), y el presidente de la Real Federación Española de Futbol -RFEF- Luís Rubiales (“El Rubi”), con el fin de amarrar un contrato millonario con unos jeques de Arabia Saudí para que se celebrasen en territorio árabe las fases finales de la Supercopa de España durante, al menos, cuatro años seguidos, muchos fuimos los que nos indignamos, primero, porque tal competición nunca debería celebrarse fuera del país que le da nombre, y segundo, porque las responsabilidades en que pudieron haber incurrido quienes por entonces eran: un futbolista profesional en activo y el máximo mandatario de la RFEF, que no sé cómo lo sigue siendo hoy, deberían haber sido motivo suficiente para que el Consejo Superior de Deportes, tras haber abierto diligencias al respecto, los hubiese sancionado debidamente, porque el asunto era cuanto menos sospechoso de “conflicto de intereses”.

Aunque en aquella ocasión ambos “se fueron de rositas”, a un servidor le quedó muy claro que tanto Piqué como Rubiales, aprovechándose de su posición de privilegio, actuaron “de aquella manera” en beneficio propio y, seguro, no hicieron el trabajo de intermediación gratis (se habló de comisiones multimillonarias). Un escándalo en toda regla.

Tal vez el fútbol español salte por los aires porque una sanción ejemplarizante a un club de semejante talla puede ser una bomba de consecuencias incalculables

Hace unos días ha saltado a la luz un nuevo escándalo económico-deportivo que tiene a todos los medios de comunicación y a medio país revuelto, pues en él está implicado uno de los clubes de futbol más importantes de España y del mundo, ni más ni menos que el F. C. Barcelona.

Esta vez, todo lo que se está empezando a conocer indica que, desde los tiempos del presidente Gaspart -ya ha llovido- el Barcelona ha venido abonando, no se sabe muy bien en razón de qué, importantes cantidades de dinero a quien fuera Vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros, José María Enríquez Negreira (“El Enri”) hasta que, en 2018, el presidente Bartomeu se negara a seguir haciéndolo, tampoco se sabe por qué.

Fuere cual fuese el motivo por el que uno de los grandes clubes de futbol de la Liga española “tuvo en nómina” durante cerca de veinte años al vicepresidente del colectivo arbitral, mucho me temo que la cosa pinta mal, muy mal.

Digo que puede pintar muy mal porque, aunque la nueva Ley del Deporte dice lo que dice (increíble que asuntos tan graves puedan prescribir pasados solo tres años) y, en consecuencia, lo más seguro es que la presunta infracción deportiva se cierre como si nada hubiese pasado, si la justicia española, la UEFA e incluso la FIFA se toman el tema en serio y van hacia adelante, tal vez el fútbol español salte por los aires porque una sanción ejemplarizante a un club de semejante talla puede ser una bomba de consecuencias incalculables.

Según tengo entendido, precedentes en el futbol mundial hay, así que toca esperar.

Hoy, como lo de ¡País! no encaja, permítanme ustedes que termine diciendo:

¡Qué triste!

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