Al grano

Empresa de pésames

Zamora pierde uno de sus grandes valores, la cercanía de la ventanilla

Celedonio Pérez

Celedonio Pérez

Uno de los pocos beneficios que tenían los zamoranos en las últimas décadas por vivir en una provincia de escasa y menguante población era la celeridad con la que resolvían los trámites administrativos. “En una mañana resuelvo yo aquí lo que mi hermano en Madrid necesita una semana”, decía siempre mi amigo Juan sacando pecho. “Y además si hay algún problema, como conozco al del banco, al médico o al funcionario de turno, todo se agiliza”. Pues ya no, Juan, las cosas ya no son así.

El panorama se ha enmarañado y uno tiene la sensación de que Zamora ha perdido también la atención diferenciada y que se ha producido un deterioro en la prestación de los servicios y en la resolución de trámites. El proceso de caída se inició hace años y ha ido sumando piedras que alguien ha puesto en orden para levantar un muro. “Zamora, pionera en la gestión de bajas laborales”, ¿se acuerdan? Lo que parecía una medalla derivó casi en acoso. Fue solo una piedra de la pared que se ha levantado en tiempo récord unos años después, durante la pandemia del Covid. La cita previa ha sido la puntilla.

Aquí no se proyectan trenes que no caben en los túneles, pero cuesta más el billete para ir a Puebla de Sanabria que a Orense. Aquí hay una inspectora médica del INSS, más papista que el Papa, que rivaliza en quejas con las ambulancias y el Sacyl, organismo que hace nada negó este servicio paramédico a una paciente con cáncer de vejiga. Aquí hay que esperar no sé cuántos días para que te den cita en Atención Primaria, la visita al especialista es un lujo, y si vives en el ámbito rural, ni te digo, te mueres mucho antes que en la ciudad.

La pandemia ha sido el punto de inflexión para aplicar a rajatabla la cita previa, pero cuando ya hasta levantan la obligatoriedad de llevar la mascarilla en la mayoría de los sitios, lo de llamar y quedar cuando te digan sigue vigente y así va a ser de por vida, que hay que adelgazar las plantillas públicas. ¿No han notado que cada vez hay menos funcionarios en los departamentos zamoranos de todas las Administraciones? ¿Dónde está la Rosa que lo solucionaba todo?

Y si vas al banco, pues eso, que hay que hacer cola porque está como un páramo de personal y de todo lo demás, que encontrar un cajero es más difícil que hallar una veta de oro. ¡Tiene bemoles, resulta que ganan cada vez más y siguen adelgazando plantillas! “Nos están tirando a matar”, asegura ahora mi amigo Juan, que se plantea montar en Zamora una empresa de dar pésames. Sí, sí, de juntar a la gente para llorar juntos. Un éxito, se lo digo yo.

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