Zamoreando

Por ser buen compañero

La historia hablará en su momento y pondrá a Marlaska en su sitio

Ministro Interior Fernando Grande Marlaska

Ministro Interior Fernando Grande Marlaska / Alberto Ortega - Europa Press

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

Se llama Jesús Vicente Torresano. Es coronel de la Guardia Civil. Llevaba apenas dos meses como jefe en la comandancia de la Guardia Civil en Melilla. Su destino no era precisamente un oasis, sino más bien se trataba de una patata caliente, sobre todo, después de episodios como el vivido el 24 de junio, cuando se produjo el último asalto masivo a la valla con un importante saldo de muertes en territorio marroquí.

Tras analizar lo ocurrido, el coronel llegó a la más sensata y coherente de las conclusiones. Los agentes destinados en la ciudad autónoma necesitaban un protocolo de defensa judicial, dado que sufren de forma habitual ataques por parte de los inmigrantes que saltan la valla ilegalmente. Cuántas veces utilizando armas blancas, otras fabricadas por ellos e incluso piedras de grueso calibre.

Nada más edificante que ser un buen compañero, respetuoso, sencillo, campechano, atento, cercano. Un viejo dicho recuerda: “Guarda a tu compañero bajo la llave de tu propia vida”. Pero eso quizá sea mucho pedir para quienes no entienden de sutilezas en su relación con los compañeros. El coronel Torresano era jefe y, sobre todo, compañero. En aras de ese compañerismo, ha sufrido en sus propias carnes la vileza, una más de las muchas que el ministro Grande-Marlaska perpetra constantemente contra miembros de la Guardia Civil y la Policía Nacional. ¡No sé cómo aguantan tanto!

Sin mediar explicación alguna, la Dirección General de la Guardia Civil, dependiente del Ministerio del Interior que dirige el otrora juez, lo ha destinado de un plumazo a la Jefatura de Enseñanza como jefe de servicio. Otra bajeza. Otra injusticia. Otra humillación que, a modo de muesca, Marlaska graba en su cartera de ministro. Hay que contentar al marroquí aun a costa de la dignidad y de la decencia. Sobre todo porque el coronel Torresano es dueño de importantes condecoraciones conseguidas en función del éxito obtenido en su labor. Su brillante hoja de servicios habla de su rigor, de su profesionalidad, de su valentía.

Pero, ¿qué puede saber el juez y parte de honor y de valentía, cuando se escuda en las faldas de la directora general del Benemérito Instituto o en cualquiera de sus subordinados más inmediatos? La historia hablará en su momento y pondrá a Marlaska en su sitio. Coronel Torresano, aunque soy menos que nada, tiene usted mi apoyo, mi admiración y mi afecto que es el de millones de españoles. Tener un jefe y compañero como usted, es el sueño de millones de personas. Dios nos libre de los Marlaskas que en el mundo son y más en el orbe de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

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