Alarma general

Lo más probable es que las renovables no sean más que un placebo para que no te plantees otros remedios

Emisión de gases

Emisión de gases / FILIP SINGER

Julio Fernández Peláez

Julio Fernández Peláez

Publicaba el pasado 26 de octubre un informe la Organización Metereológica Mundial en el que se decía, con alarmante preocupación, cómo las emisiones de gases de efecto invernadero no solo no habían dejado de crecer en el mundo sino que las alcanzadas en 2021 eran mayores que nunca, lo cual era una noticia fatídica para el clima del planeta Tierra por las razones que todos conocemos y que ya ni los negacionistas niegan.

En el informe se ponía de relieve la importancia del metano, no solo por su capacidad de alteración del clima a corto plazo, bastante mayor que la del CO2, sino porque la desmesurada presencia de este gas en en la atmósfera ni tenía precedentes ni tampoco una fácil explicación.

Este comportamiento del metano, un gas que fundamentalmente se produce en el proceso de descomposición de la materia orgánica, es la peor señal de todas si resultara que está provocado por el propio aumento de las temperaturas. La ecuación es simple: a más calor, más evaporación, y con más calor y humedad: más metano. De este modo, el cambio, crisis o caos climático, como quiera que lo llamemos, estaría entrando en una fase de retroalimentación: el propio efecto invernadero estaría creando las condiciones para que el efecto crezca, quién sabe si de forma lineal o de manera exponencial.

El propio efecto invernadero estaría creando las condiciones para que el efecto crezca, quién sabe si de forma lineal o de manera exponencial

Se trata, sin duda, de una noticia terrible para el futuro de nuestro mundo, pero no crean que por esto abrió telediarios ni variaron las posiciones de los gobiernos que más contaminan, especialmente el de China. Todo siguió y sigue igual, como si nada pasara. Pero además del proceso de ocultación comunicativa, en un mundo donde la comunicación es capaz de cambiar gobiernos, rumbos económicos y ceros en cuentas corrientes, lo que más llama la atención es el nulo efecto que tienen las energías renovables en la emisión de gases invernadero, según el informe. No sirve la excusa de que “se están implantando ahora” pues llevan 30 años. Vale, me dirán, pero nunca como hasta ahora se había producido tanta demanda de energía. ¿De verdad, van a ser capaces las renovables de frenar esa demanda, o incluso mejor: satisfacerla al completo?

Podemos hacer apuestas. Yo apuesto a que ni la alucinatoria pretensión de electrificar toda la automoción (no hay litio suficiente) ni la aún más estrambótica fe en el hidrógeno (que necesita de recursos ilimitados de agua y gas natural) van a revertir los gráficos de las emisiones. Es más, sabiendo como sabemos, que solo después de 3 años de pleno funcionamiento las placas solares son capaces de compensar los gases emitidos en su fabricación por culpa de las elevadísimas temperaturas a las que hay que someter los materiales, algunos de ellos extraídos a cielo abierto con gran coste medioambiental, resulta que igual no es buena idea llenar de placas el planeta para salvarlo, entre otras cosas porque resulta que, según el mencionado informe, no podemos esperar más, ni siquiera 3 años.

Aunque se empeñen en venderlas como antes se vendían los crecepelos, las hipotecas baratas y el ladrillo, lo más probable es que las renovables no sean más que un placebo para que no te plantees otros remedios, porque la medicina del decrecimiento es muy amarga y la sociedad infantilizada en la que vivimos no la aceptaría: menudo disgusto para los alcaldes de la cultura leed. Las renovables tienen su sentido ecológico, sí, no lo vamos a negar, siempre y cuando su instalación vaya encaminada al ahorro, y esto solo se consigue mediante un despliegue a pequeña escala, en tejados de viviendas, centros comerciales, hospitales, naves industriales... Pero en el momento que ocupan grandes extensiones de suelos y zonas con vegetación capaces de absorber CO2 , empiezan a ser más un problema que una solución, y esto es tan obvio que no te lo dirá nadie, como tampoco nadie te dijo que el clima iba tan rematadamente mal.

En Argentina comienza el verano y están ya sufriendo el mismo verano que sufrimos en Europa, incluso peor, con temperaturas extremas jamás experimentadas. Sí, esto sí “sale” en las noticias, aunque no tanto como cualquier anécdota del mundial de fútbol, pero lo que no “sale” es la posible responsabilidad de la acción humana en la selva Amazónica argentina como causa y parte del desastre que se avecina. Aquí en España, la nueva y definitiva izquierda, además de reclutar afamados ecotecnócratas, recomienda que te pongas unas gafas verdes, porque las macrorenovables son buenas para la vista, el oído y el cutis. Mi abuela diría que tienen la piel muy fina.

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