Siete días y un deseo

El valor de las raíces

Los nutrientes pueden ser diversos y, por consiguiente, dar como resultado frutos

Raíces

Raíces / WU HONG

José Manuel del Barrio

José Manuel del Barrio

Arranco el sábado con un encuentro inesperado. Son treinta y una palabras, que comparto: “Las carreras de camellos, las regatas de “dhow” o la cetrería -elementos del patrimonio nacional- sirven para afirmar las raíces de cada país y se utilizan para alcanzar sus objetivos estratégicos”. Es la introducción de un artículo de Victoria Penziner Hightower, profesora en la Universidad de North Georgia (Estados Unidos), sobre la relación entre deporte, patrimonio y visión nacional. Está inspirado en las estrategias de gobernanza y desarrollo diseñadas por los gobiernos del golfo Pérsico a finales de los años noventa y principios del siglo XXI. Tras la lectura, he entendido mucho mejor los reportajes que durante las últimas semanas se cuelan en nuestras casas a través de las pantallas de televisión aprovechando la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol en Qatar. Y al leerlas, recordé mi intervención sobre el valor de las raíces frente a los problemas y retos demográficos en las zonas rurales de Castilla y León, celebrada en noviembre de 2021 en un congreso internacional.

Las raíces pueden ser similares; sin embargo, los nutrientes pueden ser diversos y, por consiguiente, dar como resultado frutos (es decir, personas, grupos, organizaciones, territorios, etc.)

Entonces defendí que es muy importante saber de dónde venimos, identificar nuestras raíces y, sobre todo, conocer qué papel juegan a la hora de brindar respuestas y soluciones a los problemas y los retos de nuestra vida cotidiana, tanto a nivel personal como colectivo. ¿Y por qué es importante hablar de las raíces? Si estuviéramos en una clase de botánica o biología, su significado se entendería a la primera: “La raíz es una parte de la planta de difícil acceso debido a que se encuentra bajo tierra. Cumple la función de otorgar soporte y anclaje al suelo, además de la absorción de agua y la captación de nutrientes”. Y si trasladamos el significado del texto anterior a la vida social, podría quedar como sigue: “La raíz es una parte de la estructura social de difícil acceso que conviene observar y descifrar para conocer mucho mejor la vida cotidiana de las personas. Cumple la función de servir de soporte y anclaje a las relaciones sociales, además de la absorción y la captación de aquellos nutrientes que vamos adquiriendo en el proceso de socialización, siempre inacabado”.

Por tanto, hablar de las raíces es hablar de lo que somos, a nivel personal pero también como grupos y colectividades. Es identificar esas fuerzas sociales que han contribuido, con sus nutrientes, a diseñar el edificio social que compartimos. Las raíces pueden ser similares; sin embargo, los nutrientes pueden ser diversos y, por consiguiente, dar como resultado frutos (es decir, personas, grupos, organizaciones, territorios, etc.) también diferentes. En resumen, lo relevante es identificar esos “nutrientes” que explican quiénes somos, qué hacemos aquí, cuáles son nuestras frustraciones y nuestros sueños, etcétera. Sin esa identificación, el valor de las raíces sólo es una bonita frase sin impacto real en la vida cotidiana de las personas. Y esta lección, que puede parecer estéril, es muy relevante. Porque solo si conocemos nuestras raíces seremos capaces de identificar nuestras debilidades, pero también nuestras fortalezas y oportunidades a la hora de diseñar y poner en marcha estrategias para dar respuesta a los retos, tan amplios y variopintos, que tenemos por delante.

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