Está demostrado que la pandemia hunde la salud mental de los españoles, sobre todo de los más jóvenes que demuestran así su vulnerabilidad frente a lo que está ocurriendo. La salud mental es el elemento invisible y olvidado de esta situación por la que atravesamos y que a todos se nos antoja excesivamente larga y sin soluciones, más allá de las que existen. Uno de los daños colaterales preocupante que ha dejado la Covid 19 es el hundimiento de la salud mental de los españoles. Los datos son rotundos y alarmantes.

El empeoramiento es real. Se han incrementado las conductas suicidas. El que acabamos de dejar atrás ha sido el año con mayor número de suicidios consumados, concretamente 3.941, desde que se tienen registros fiables de esta causa de muerte. El aumento de la incidencia de depresión y trastornos de la conducta alimentaria se han agravado notablemente junto a las conductas adictivas. Las muertes por sobredosis se han disparado y la depresión se ha multiplicado por tres.

Este es un asunto que hay que tratar con suma delicadeza, pero hay que tratarlo. Ni se puede mirar hacia otro lado, ni silenciarlo, ni ponerse de perfil ante el incremento. A la prensa corresponde levantar acta de lo que ocurre a diario y hacerlo convenientemente porque el aumento preocupante de los casos va acompañado de un agravamiento de los mismos. Me explico, las personas con trastornos mentales cuando acuden a hospitales y centros de salud lo hacen con cuadros cada vez más graves, lo que dificulta su recuperación.

Hay que permanecer alerta ante el menor síntoma. Cuando algo falla en la salud mental de un individuo aparecen síntomas como la angustia, la ansiedad, el estrés postraumático, el nerviosismo, el insomnio. Nadie estamos libres de, en un momento determinado, sufrirlos. Sólo si no se atajan a tiempo pueden convertirse en un serio problema de salud. Aislarnos de nuestro entorno, sentir que nos cuesta relacionarnos con las personas con las que convivimos son síntomas inequívocos de que algo anómalo está pasando, por mucho que se actúe negándolo, porque quien sufre el problema no es consciente de ello. Lo más indicado es ponerse en manos de un especialista. Porque, padecer una depresión incrementa al doble el riesgo de mortalidad. Con el problema añadido de que afecta a numerosos jóvenes de todas las edades, incluso adolescentes. Hay que permanecer alerta.

Cabe desear que la situación cambie, no sólo en nuestro entorno, sino en España y en el mundo para que este problema que se torna en tragedia deje de asediar a nuestra salud mental que en estos últimos años está tocada y hundida