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Acabamos con todo

Informe de la ONU: la humanidad ha causado ya daños irreversibles en el planeta

Acabamos con todo

El pasado lunes se hizo público un informe de la ONU, elaborado por expertos de todo el mundo, sobre el cambio climático. Las conclusiones son espeluznantes, desgarradoras, de esas que ponen los pelos de punta y hacen sangrar el alma. La principal de ellas, quizás la de mayor pesimismo emocional, es que los daños que el hombre ha ocasionado ya a la Tierra son irreversibles. Sí, han leído bien: I-RRE-VER-SI-BLES. O sea, que no hay marcha atrás, que, de momento, no se pueden reparar. Y si se pudiesen solucionar, sería tan a largo plazo que ya no sabe uno si, por entonces, andará algún ser ¿humano? por acá y por acullá.

Confieso que me quedé anonadado al leer el resumen del citado estudio, realizado a lo largo de varios años por 234 científicos de 66 países que han revisado 14.000 artículos y referencias publicadas hasta ahora. Yo sabía, o intuía, de lo difícil que, con nuestras acciones y omisiones, se lo estamos poniendo al planeta, pero no me acababa de creer que lo cosa estuviera ya en estos extremos tan suicidas. Tanto que el secretario general de la ONU, el portugués Antonio Guterres, ha afirmado que el informe es “un código rojo”, es decir la alarma máxima. Tanto que los expertos advierten que, de seguir así, sin disminuir las emisiones contaminantes, las temperaturas crecerán 4,4 grados hasta final de siglo. Tanto que esos mismos científicos avisan de que el calentamiento global favorece, y favorecerá, las lluvias torrenciales, las olas tórridas, la desertización de muchos territorios, los incendios y todo tipo de catástrofes. Y aseguran también que, hagamos lo que hagamos, pase lo que pase, el incremento del calor seguirá al menos hasta mediados de siglo. ¡Tal es el daño I-RRE-VER-SI-BLE que le hemos infringido ya a la Tierra! Para llorar.

Mucho me temo que informe tan demoledor y angustioso haya caído en saco roto entre la mayoría de la población. Se lee, resopla uno, mueve la cabeza dice “¡joder, joder!” y a otra cosa, mariposa; a vivir que son dos días. Andamos demasiado ocupados con otros asuntos (Messi incluido) como para preocuparnos por la salud de nuestro hábitat más allá de un par de semanas, las que tardaremos en volver de vacaciones y, en muchos casos, dejar las playas o las montañas hechas un asquito. Apenas se habla de esto. No parece interesar a nadie. Únicamente a científicos y a algunos políticos, que, como siempre, prometen acciones, soluciones y ese largo etcétera al que nos tienen acostumbrados. Tanto ellos como la propia sociedad vivimos con las luces cortas, sin mirar más allá del día a día o de las próximas elecciones. ¿Y si nos cargamos el planeta? Pues, oiga, el que venga detrás que arree, parecemos contestar con nuestra indiferencia y nuestro silencio. Solo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, o sea cuando llegan las riadas, las granizadas, el calor asfixiante, los fuegos. Siempre han existido, suelen argumentar los negacionistas. Es verdad, pero casi nunca han sido tan duras, seguidas y prolongadas. Y nunca los expertos nos habían dicho que detrás de esas catástrofes está la mano del hombre, de sus actos, de mirarse solo el ombligo económico y del “progreso” en detrimento de la naturaleza.

Mucho me temo que informe tan demoledor y angustioso haya caído en saco roto entre la mayoría de la población. Se lee, resopla uno, mueve la cabeza, dice “¡joder, joder!” y a otra cosa, mariposa

Y es que muchos países, en especial China y USA en tiempos de Trump, se han pasado por el forro el famoso Acuerdo de París (2015) que tantas esperanzas despertó y que ya dejó claro que había que frenar las emisiones contaminantes para que la temperatura no subiese más que entre 1,5 y 2 grados. ¡Que si quieres arroz, Catalina! La mayoría de las naciones han seguido a lo suyo, sin molestarse en cumplir lo que ellas mismas habían firmado. En las siguientes cumbres sobre el clima ni siquiera se han fijado objetivos claros y conseguibles. Mucha cháchara y nulos resultados. De ahí que el informe actual de la ONU sea mucho más pesimista que el anterior, el del 2013. En este, se abrieron dudas sobre la influencia del ser humano en el cambio climático. En el del 2021, ya no hay; ya se afirma categóricamente que el hombre es el responsable de lo que está sucediendo y de lo que sucederá si no se ponen remedios.

La pelota está, por tanto, en el tejado de los gobiernos, de los políticos. ¿Serán capaces, vista la alarma del informe-ONU, de ponerse de acuerdo y de adoptar estrategias conjuntas o, al menos, de no hacerse trampas, es decir de aprovechar que uno contamina menos para continuar yo contaminando en beneficio de mis intereses? Tengo muchísimas dudas. Y casi todas negras. Y más con la exacerbación de todo tipo de nacionalismos. Yo a lo mío y a los demás que les den.

Cuando acabemos con todo también nos habrán dado a nosotros. Y vamos por ese camino.

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