Damos marcha atrás y volvemos al Día de la Hispanidad. Imaginemos por un instante que a la luz del día, en pleno centro de Zamora, Madrid, Sevilla, Toledo o Murcia, ciudadanos españoles ‘decapitan’ sendas estatuas de Sabino Arana, Arzalluz, Garaicoechea, Ibarreche, Ardanza, Urkullu, Aitor Esteban, Otegi, Ternera y todos los políticos y pseudopolíticos vascos que se le ocurran, la que se arma es gorda, nos hubieran tachado, por extensión, a todos los españoles de mil cosas y ninguna agradable. Es más, se hubiera pedido juicio sumarísimo para quienes de inmediato habrían sido considerados fachas, herederos de don Manuel Fraga y acólitos de Abascal. Póngase en lo peor.

Pues, ya ve usted, a la luz del día y en pleno centro de Pamplona, simpatizantes del nacionalismo vasco radical ‘decapitaban’ sendas estatuas del Rey de España, Felipe VI y Cristóbal Colón. En eso consistió el acto central de los dirigentes y simpatizantes de Sortu con motivo del Día de la Hispanidad en el que, un año más, han vuelto a hacer gala de su desprecio hacia los símbolos nacionales. Lo más doloroso es que lo hicieron en la más absoluta impunidad. Si hubiera sido al contrario, el Gobierno hubiera ordenado una carga policial contra los osados españoles capaces de semejante afrenta.

Estoy hasta las narices de comprobar, una y otra vez, la pasividad del Gobierno ante esta y otras afrentas que se suceden en los feudos nacionalistas donde los radicales siguen haciendo lo que les viene en gana sin que nadie haga nada por impedirlo. Toda esa parafernalia sucedía ante la sede del Gobierno de Navarra que preside la socialista María Chivite, lo que da una idea de lo que al socialismo de nuevo cuño que representan los amiguitos y amiguitas de Sánchez, les importa España. Nada. Nothing. Rien. Niente. Nichts.

“El Rey Felipe VI representa los valores de la democracia española con la Monarquía Parlamentaria”, he entrecomillado la frase porque su autoría corresponde a Pedro Sánchez, cuyas palabras nunca corren parejas con sus sentimientos y los hechos que acompañan su mandato. Pedro ‘el consentidor’ para todos los radicales y compañeros de coalición y Pedro ‘el Duro’, incluso Pedro ‘el cruel’, para todo lo que se mueva a la derecha o simplemente sea español de raza y de marca.