Llevamos meses preguntándonos si detrás de muchas de las actuaciones, determinaciones y manifestaciones del gobierno de coalición PSOE-Podemos, lo que subyace es la apuesta por la abolición de la monarquía para implantar la idealizada república. Lo que parecía mera ocurrencia de unos cuantos pensadores, opinadores o políticos es hoy propósito oficialmente declarado por una de las fuerzas políticas que forman el gobierno y el propio vicepresidente de la nación, sin el rechazo, la corrección o siquiera la matización por parte del presidente.

Ambos, y también el muñidor de su alianza, el todo-influyente Iván Redondo, conocen lo inestable de una coalición de este tipo. También son conscientes de lo desleales y volubles que son el resto de fuerzas políticas que apoyaron la investidura y de las cuales dependen para su primer gran reto, la aprobación de los presupuestos con los que respaldar el empeño por transformar nuestra democracia. De un régimen liberal, representativamente plural y de alternancia, a un régimen hemipléjico donde solo la izquierda empapada de cochambre ideológica totalitaria gobierne, entre el silencio de la izquierda sensata, tolerante, abierta y moderna; la incredulidad y la protesta debidamente achicada por las televisiones y otros medios, de un centro derecha estigmatizado por un supuesto pecado original; y el enfrentamiento visceral de una derecha que se vaya tan al extremo que les permita justificar frentismo y ruptura.

Ante esa inestabilidad en la que ni Sánchez se fía de Iglesias ni Iglesias de Sánchez y ante esos objetivos, ocurre como en esos números de circo en los que alguien se desplaza con una inverosímil cantidad de platos sobre sus manos y sabe que ha de seguir moviéndose o toda la vajilla se romperá estrepitosamente contra el suelo. Así, lo que empezaron siendo gestos dejados a la interpretación de cada uno, contra el Rey, contra la Constitución o contra la separación de poderes, son ya exhibiciones directas de veto al Rey, de cambio de facto del modelo constitucional de convivencia y de purga y control del poder judicial por parte del ejecutivo.

Esto va muy rápido. Tanto que lo impensable hace menos de un año es hoy evidencia. Ahora ya sabemos que tampoco es la república lo que quienes marcan la senda del gobierno quieren, sino “su república” en la que como en la revolución del 34 y el gobierno del Frente Popular del 36, resulta que ya no cabemos todos. Días tristes cuando se ensalza a Largo Caballero, Negrín, La Pasionaria, ETA o el FRAP y se arrincona el espíritu socialista de paz y concordia de Julián Besteiro y de la Transición del 78. Días tristes en los que, en esta Zamora moribunda y sin rumbo, -dramática metáfora- dos corazones socialistas de profundas convicciones no reñidas con la tolerancia, han dejado de latir. Dos personas buenas. Dos amigos con los que uno compartiría cualquier cosa. De los que tanta falta harán en estos tiempos que se nos vienen. Hace unos días Emilio Petisco. En este triste fin de semana, tan prematuramente, Manu Arribas. Que su recuerdo nos ilumine para que seamos capaces de parar a tiempo a los iluminados. Mi afecto a sus esposas y familias.

www.elespejodetinta.com