Cuando una institución, del tipo que sea, funciona se nota fácilmente aunque no siempre el reconocimiento llegue pronto ni sea universal. Caja Rural de Zamora celebró en la noche del viernes una nueva edición de la entrega de los premios que su Fundación concede cada año a personas e iniciativas zamoranas destacadas en diferentes ámbitos. Reconocimiento al esfuerzo, méritos y éxitos de aquellos entre nosotros que demuestran ser los mejores en lo suyo, ya sea por los resultados que obtienen ya por la perseverancia o la capacidad de adaptación al cambio de los tiempos. Aquellos, de los que en definitiva más orgullosos podemos sentirnos o mejor aún, aquellos a los que más agradecidos debemos estar como sociedad.

Cuando una institución de la sociedad civil lidera a esa misma sociedad de forma natural, sostenida en el tiempo, sin imposiciones de ningún tipo y fruto del trabajo, la inteligencia en la estrategia, la capacidad de reacción a las necesidades de sus clientes o usuarios y la valentía para competir de igual a igual con rivales de mucho mayor tamaño, potencia y capacidad de apabullamiento, es normal -aunque no siempre se produce así-, que reciba el reconocimiento generalizado de los ciudadanos. Respaldo que suele ir muy por delante del recibido de las otras instituciones, las públicas, cuando se rigen menos por principios de servicio al conjunto de los ciudadanos y perspectiva a largo plazo que de táctica política, preservación del estatus personal y recelo frente a todo lo que pueda remover esa dulce paz de la inactividad que tan provechosa resulta con frecuencia para sus mantenedores.

La gala del último viernes de septiembre no es sino el broche final a su actividad día a día y al proceso de rendición de cuentas de la Caja de Zamora a sus cooperativistas, sus clientes y al conjunto de la sociedad de la que se nutre, ya no solo en la provincia de Zamora, sino cada vez más en otras limítrofes como León, Orense y Valladolid.

Aprobación y comunicación social de unas cuentas que año tras año van siendo mejores en lo estrictamente financiero, más sólidas y con mejores garantías para enfrentarse a los retos del futuro en lo que a solvencia y capacidad de gestión se refiere. Pero también, he aquí la gran diferencia con respecto a todas y cada una de las demás instituciones financieras que operan en nuestra provincia o aquellas otras en las que podemos operar a través de Internet, resultados que cada año son mejores en cuanto a su vocación fundacional de transformar los beneficios económicos en beneficio social para una provincia tan escasa de impulsos como la nuestra.

La asistencia masiva, solo limitada por la capacidad de acogida del recinto de IFEZA, supone el reconocimiento a los galardonados, pero también y sobre todo, el reconocimiento de la sociedad zamorana a su Caja y a los profesionales que la hacen posible. El banco de Zamora. De cada uno de nosotros, en lo grande y en lo pequeño, depende que su futuro ayude al de Zamora y los zamoranos. ¿Funciona? ¡Funciona!

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